Estudiantes en huelga durante seis meses, manifestaciones y protestas, causadas por la brutal subida de tasas universitarias (75%), los recortes que destrozan derechos sociales y la corrupción política, han culminado en una convocaroria anticipada de las elecciones en Quebec (Canadá). Cabe establecer un paralelismo con el caso de Islandia y con el sentido común: Cuando los gobiernos conducen a los cuidadanos a la desesperación, a base de sacrificios fuera de toda moralidad, «es de ley», desmontar el sistema y ahí es donde los ciudadanos entramos en escena… ya se sabe que más vale actuar a tiempo que lamentarse toda la vida. En el caso de Quebec, el campo social, abonado de caos y represión, ha desembocado en un hecho violento, cuando la ganadora de las elecciones anticipadas, intervenía publicamente y alguien disparó contra ella, con un resultado de una persona muerta otra herida de gravedad.
El debate que se podría derivar de asuntos similares pasaría por examinar las formas de explotación social, la corrupción en las élitas políticas, los priviegios de una minoria frente a una mayoría empobrecida y desposeida paulatinamente de derechos fundamentales y dignidad social e individual, en relación con los movimientos sociales que se derivan de éste descontento, como forma de cambio. El abuso ejercido desde el poder, genera un ambiente hostil y la locura de la violencia planea sobre el triste espectáculo del sufrimiento y la represión. ¿Cómo evitarlo?, quizá una toma de conciencia, recordando que la ciudadania tiene el poder de cambiar las situaciones injustas, que la empatía es una herramienta muy clarificadora y que el respeto a uno mismo y hacia los demás, nos conecta con un «todo», que , en el fondo es la sociedad, las actitudes, la convivencia, la ecología, la vida…