Relatos de verano (II)

Un poderoso olor a tierra mojada respira la mañana. A ciento cincuenta kilómetros al este, solo era un espejismo soñado en noches tropicales y treinta grados centígrados. Esta vez era real; percibió los aromas frescos de las plantas, el rocío bendiciendo tréboles, manrubios y acederas.

Impasible, el cigüeñal repite idéntico ángulo y cantar. La sabiduría de unos antebrazos que viene desde antiguo traza elipses de ida y vuelta. Herencia de ancestros sin rostro, mujeres recias y bisabuelos estoicos. El hombre, la calma, el agua. Cubo a cubo. Artesano del surco, de azada y hondón; de tornas y pozas. El aplomo rebosa el barro bajo sus pies. Unas plantas diminutas, certera promesa de frutos venideros. Cuidado, alimento, delicadeza, esperanza. La banda sonora del cuco y el ajo de las cigüeñas. Duermen las cigarras hasta el turno de tarde. Los silencios del lagarto y la ceguera de los topos. Interrogantes caprichosos de lunares y mariquitas. Las manos abiertas. La dualidad de los músculos y la delicadeza del alma.

Un impulso poderoso la desposeyó de sus límites. Sin esfuerzo, le imitó. Un huerto de tiempo. Una vida de tacto. Una ausencia poderosa, femenina, transmutada. ADN integrado, transformado desde su origen a donde es.

La profundidad de pozos sin fondo siempre acecha añoranzas.

Descalza, pisó la tierra, la humedad, la hierba, llegó hasta su centro. Presente continuo, compuesto. A su lado. En ella.

El manantial es ese hombre, su padre.

©Yolanda Jiménez (Relato y fotografía)

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Lo que la soledad me enseña

Lo que aprendí de la soledad… ¿Por qué vivimos con miedo a la soledad? Suele vérsele como algo negativo, algo que nadie quisiera en su vida. No hablo de una soledad total, porque entonces sí que sería un terrible problema… hablo de aquella en la que te das un espacio a ti mismo, para mejorar, para crecer, para saber lo que te apasiona, para explotar tus virtudes y trabajar en tus defectos.
Esa soledad en que no necesitas que alguien ‘’te haga feliz’’ pues esa felicidad sólo puedes encontrarla en ti y entonces la compartes con alguien más. Esa soledad en que descubres que no eres la media naranja de nadie, tú ya estas completo.

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Yolanda Jiménez. Deshielo en el valle del Nubra. Ladakh (India)

Estar en soledad es una decisión, ya que como muchos, podría andar por ahí buscando quien me haga sentir en compañía, aun cuando esto podría terminar en una sensación antónima.

Las personas a las que les aterra estar solas son aquellas que andan dejándose llevar por el mundo, rompiendo corazones o lamentándose porque siempre rompen el suyo. Las ves buscando atención o rematando su amor. Se van a extremos: o son de aquellos que buscan llenarse con piel y al ver que esto no funciona se marchan, dejando un hueco en la vida de quienes sí los estaban amando; o la viven regateando amor y regalándose a la primera persona que pinte como candidato a quedarse ‘’para siempre’’ provocando que ellos se alejen y sintiéndose entonces peor que antes.

Se necesita un real grado de madurez en este ámbito para comprender que la soledad no es la enemiga que nadie quiere cerca, sino que es el arma más poderosa para conocerme a mí misma, y entonces sí, no sentir un verdadero vacío en la mente y el alma.

La soledad es una maestra de la vida, ya que te enseña mucho más de lo que podría enseñarte el estar acompañado de alguien que exiges que te llene, cuando eres un saco con agujero.

La soledad me ha enseñado a valorarme a mí misma, a saber lo que merezco y lo que no me conviene en cada aspecto de mi vida. Me ha hecho fuerte e imponente en cuanto a mis ideas. Me ha hecho abrazarme mucho mejor que como cualquiera lo haría.

La soledad me permitió abrir los ojos al mundo, me permitió analizar aquellos errores que a cada momento volvía a cometer sin dudar y solo me estaban destrozando. Me permitió atrapar aprendizajes y archivarlos en mi mente. Me permitió sanar heridas pasadas que nadie pudo ni podría sanar, solo yo misma.

La soledad me brindó tiempo para aprender cosas nuevas, para pensar más antes de actuar, para invertir mi tiempo en cosas a mi beneficio. Para consentirme con un buen libro o viendo una película que hace tiempo quería ver pero con quienes estaba no deseaban verla.

La soledad limpió mi espejo, en el cual veía cientos de defectos, para mostrarme una cálida sonrisa en el rostro de quien estaba en el reflejo. Que allá fuera no hay personas mejores o peores que yo, pero al mismo tiempo, soy a quien cualquiera desearía tener entre brazos.

La soledad me regaló tiempo de calidad conmigo misma y así mismo, me regaló la habilidad de querer bien a aquellos que me quieren también. Me hizo independiente emocionalmente y me hizo madura. Me regaló la fuerza que en algún momento me hizo falta. Me hizo perseverante y decidida.

La soledad me hizo recordar que puedo hacer lo que me proponga en tanto tenga una voluntad firme. Que puedo caer cientos de veces con la misma piedra, que después podré patearla, que podré jugar al avioncito con ella… pero si todo eso no resulta, lo más adecuado es cambiar de camino.

La soledad me permitió admirar paisajes de una manera tan maravillosa como antes no había sido capaz de hacer. Me permitió sentir escalofríos y enchinarme la piel ante una canción. Me permitió saborear y deleitarme con la vida.

Ella también me daba bofetadas cuando entraba en pánico y sentía que me derrumbaba, para recordarme que me tenía a mí misma y eso es mil veces mejor que tener al lado a una persona con falsos ánimos y que tiene en mente sus propios dilemas.

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Yolanda Jiménez: Lago sagrado en el valle del Nubra. Ladakh (India)

Me permitió conocerme y centrarme en lo que busco. Me enseñó a no dejarme presionar por las prisas de encontrar al ‘amor de mi vida’ y sí tener muy claro que la persona indicada llegará cuando sea el momento, no cuando yo truene los dedos y sufrir por ‘equivocarme de nuevo’ una vez tras otra.

No necesito un ‘príncipe azul’ quiero a una persona real. No necesito a alguien que sea ‘mi todo’ quiero a alguien con quien pueda compartir ese ‘todo’ que soy yo misma. No necesito a alguien que piense en mí todo el tiempo, quiero a alguien que al igual que yo tenga metas y desvividas pasiones por lo que ame hacer, y que cuando piense en mí, lo haga de la manera más sincera y leal. No necesito a alguien que pretenda que yo le llene el alma, quiero a alguien que como yo, que se ame en soledad y al mismo tiempo adore estar conmigo.

La soledad me ha enseñado que una cualidad importante debe ser la de paciencia… paciencia por encontrar a quien también desee encontrarme a mí; que llene mis expectativas como yo las de él, con todo y defectos incluidos pero también el deseo de ser mejor.

No tengo prisa… pues no necesito a alguien que me cure la soledad, quiero a alguien que entienda que ella es parte de mí y puede invitarla a salir por ratos para hacernos compañía, y entonces todo será perfecto.

 

Por: Angeles Castell

Homi

Poliamor: Una opción experiencial

Una periodista madrileña descubre en un libro de profunda carga erótica la transformación integral que ha obrado en su vida el descubrimiento de las relaciones múltiples

Karen Moan ha cumplido 42 años. Buena parte de ellos, al menos la mitad, los ha dedicado a buscar la felicidad. Como a la mayoría, desde pequeña le dieron ciertas pistas para encontrarla: debía tener forma de príncipe azul, ser educado, atento, bueno en la cama, mejor padre, sensible, trabajador… y, muy importante, ser solo para ella. Miró, probó… incluso creyó haberla encontrado varias veces, pero una y otra vez se desvaneció. Hasta que hace dos años descubrió que la felicidad nunca tiene una sola cara. Sino dos, tres… A saber cuántas. Se cruzó con dos DJ y descubrió que «se puede querer a más de una persona». Que el elixir del bienestar, la plenitud y la dicha es el poliamor.

«Nunca he estado más feliz en mi vida afectiva como desde que soy poliamorosa»

«Todo fue de casualidad. Cuando los conocí no me planteé que esto sucedería. Pero en el minuto uno en que estuve en la habitación de los dos me di cuenta. Me planteé una relación con ellos dos, empezamos a pensar en hacer cosas juntos. En ese momento todo era maravilloso. Nunca he sido tan feliz como desde entonces», asegura Karen, que además de poliamorosa es periodista y residente en Madrid. Arrollada por esa catarsis interior y sexual, dejó su trabajo hace un año paraconvertir su convulsa experiencia vital en novela y ayudar al resto de la gente, «también a los monógamos», a mejorar su vida. Ilustrada por Álvaro Coax, se titula «The Moan Club» y constituye una mezcla torrencial de relato erótico, libro de autoayuda, autobiografía, fantasía y provocación. Una publicación valiente y polémica sobre las relaciones múltiples, en la que la autora se somete a un desnudo integral de su cuerpo y de su alma.

-¿The Moan Club es un libro autobiográfico? El personaje protagonista se llama como usted y escribe un relato como la novela misma.

-Es una mezcla. Karen es un alter ego mío y algunos personajes del libro sí tienen base real. Lo que le ocurre a ella tiene parte de imaginación y realidad, pero no quiero decir cuánto. Ni siquiera yo puedo decir cuánto de Karen hay en mí y cuánto es ficticio. Ni siquiera lo sé yo. Creo, además, que ese misterio es parte del morbo de la historia.

-¿Cómo se pasa de ser monógamo a poliamoroso?

-Yo no conocía el término como tal, pero ahora sé cómo funciona y puedo decir que lo entiendo, lo respeto y me parece una opción muy buena. Toda mi vida había tenido relaciones monógamas sucesivas con un final en desamor. Pensaba que era un problema mío, pero hoy he aprendido que el amor no es lo que yo pensaba. El problema está en el concepto que tenemos del amor como compromiso, exclusividad; nos hacen creer que solo se puede querer a una persona, y ahora sé que no es cierto. También se da una visión muy negativa del sexo en muchos ambientes como algo sucio, cuando yo pienso que el sexo es maravilloso, desestresante, buenísimo para la salud física y mental. En cuanto lo practicas con más de una persona o tienes mucho sexo, te censuran. En la vida puedes querer a muchas personas sin sexo, pero si te acuestas con ellas ya está mal. Lo que he aprendido ahora con mi experiencia y los cursos que he hecho es que lo que estaba mal en mí sistema era cómo yo entendía el amor.

-¿Realmente se puede amar a más de una persona? ¿Todo el mundo puede o está capacitado para ello? ¿El poliamor existe en la vida real?

-Sí, pero si cambias el concepto de amor. Si el amor no es exclusivo. El hecho de estar con una persona no quiere decir que no puedas sentir atracción hacia otras. Todo se fastidia cuando metemos el sexo en la ecuación, insisto. Puedes tener un montón de amigos y familia a la que quieres, pero no un montón de personas a las que quieres y con las que tienes sexo. ¿Por qué? Porque tienes sexo. No lo entiendo.

-¿El ser humano no es monógamo entonces?

-Yo no me atrevería a decir tanto. Hay algunas personas para las que la monogamia es una opción buena. Pero también mucha gente para la que no lo es. La prueba es el montón de rupturas e infidelidades que existen.

-¿El poliamor es compatible con formar una familia?

-Considero que si quieres procrear, la monogamia es innecesaria pero sí muy natural. Una pareja cría a unos niños que necesitan dedicación especial. Durante un tiempo sí es cómoda la monogamia. Es difícil querer como unos padres a sus hijos, pero también hay muchas parejas de poliamorosos con niños que crecen superfelices. Es una multiplicidad de amor.

-¿El límite es el trío o en el poliamor se puede querer a un número indefinido de personas? ¿Hasta cuántas personas es posible amar a la vez?

-Esto es muy «sui generis». En primer lugar, depende del tiempo, es un factor muy importante. En el poliamor debe haber una relación sentimental, amor. Puedes tener una relación habitual, y luego amantes. O establecer un acuerdo con tu pareja para tener otros encuentros sexuales solo en las fiestas que se organizan. O incluso hacer negocios. Los poliamorosos prefieren llegar a acuerdos con ellos mismos que salir fuera.

-¿No es perjudicial para el cerebro y el estado anímico? El propio personaje de su libro, Karen, vive atormentado por sus pensamientos y dudas interiores. Parece una mujer obsesionada por el sexo, que dice que le encanta, pero en realidad lo que mandan en ella son los sentimientos.

-Karen viene de una educación religiosa y una moral que le cuesta mucho saltar. Tardas un tiempo en entender el poliamor, en reeducarte y creerte que funciona. Relaciones abiertas ha habido siempre, y nunca han sido fáciles. Tampoco hoy. Pero, a cambio, obtienes gran crecimiento personal porque, para poder llegar al poliamor, debes tenerte un cariño a ti misma y un convencimiento de ti misma bastante importantes.

-¿Y no surgen los celos al saber que, igual que tú estás con varias personas a la vez, también los están tus parejas?

-Los celos son constantes porque somos seres celosos. El tránsito de ser monógama a decir que no va conmigo no es fácil, pero llega un momento en que te parece todo lógico, en que ves que es lo que querías. Sufres más o menos según de dónde vengas. Karen no entiende sus sentimientos, se siente sucia, mal.

-¿Lo que le atormenta son los remordimientos o las dudas?

RECOSTADA

-Primero sufres pensando que no es normal lo que te pasa, «nadie lo hace», «soy un bicho raro», «voy a cargarme mi amistad con tal o cual persona»… Pero conozco a muchas chicas jóvenes a las que no les importa lo que piense nadie. Tienen claro que la sexualidad es vital para ellas, no se plantean una relación monógama, y yo las veo muy fuertes.

-¿Y los celos?

-No se superan, pero se aprenden a gestionar de otra manera. Has de analizar qué problema tienes, qué miedos sientes, a perderle a él o a qué. Los celos los tienes que solucionar contigo mismo y hablar mucho con la otra persona de cada situación en que se producen celos. A veces le dices: «Me ha puesto muy celosa que le des la mano pero no me importa que le des besos». O «no me importa que tengas citas con otras chicas pero sí que pases la noche fuera». Hay un montón de preguntas que te planteas a medida que avanzan las relaciones abiertas, que nunca surgen en las relaciones cerradas. Has de ir analizando en cada momento por qué eso te ha dolido, gestionarlo contigo porque es una inseguridad tuya. Si tú admites que puedes querer a dos personas, tu pareja puede querer a dos personas y eso no significa que te vaya a dejar. El problema es que piensas que eres menos que el otro.

-Pero si no siento celos igual es porque me da igual. Que si no me enrollo con esa persona ya vendrá otra…

-Esa es la forma que tenemos todos de pensar. Pero si empiezas a pensar que puedes querer a dos personas, si quitas la barrera de la exclusividad, ya no entran los celos.

-¿Se quiere igual a todas las parejas dentro del poliamor, o una persona te puede gustar más que otra?

-No, no. Siempre quieres que te quieran más que a nadie. Es una inseguridad. Yo he sido muy celosa, y lo soy, pero lo que hago es identificar de dónde viene ese sentimiento. Lo que hago es hablarlo, y casi siempre descubres que son celos imaginarios. Han estado en mi cabeza situaciones no reales.

-Será inevitable comparar… Quién es mejor en qué…

-Claro, claro. O esta persona me gusta para esto u otro. El problema es cuando pensamos que una persona sirve para todo y le exigimos un montón. Que te haga feliz, que sea bueno en la cama, que sea buen padre, que no le gusten otras mujeres… es como imposible. Conozco solo una pareja así. Llevan veinte años juntos, tienen mucha comunicación entre sí, e incluso han hablado en un futuro de venir a alguna fiesta y tontear con el poliamor. Pero el resto se pone los cuernos, están fatal, no se conocen, se pelean por gilipolleces… En fin, el poliamor no es la solución, pero hablar, comunicarse, administrar los celos, dejar libre a la persona… es un alivio. Que te cases y vaya con ello la familia política, que tengas que dejar hobbies, compromisos… esa falta de libertad, de «ya no somos uno sino dos» se carga muchísimo las relaciones. Hay unos pilares que no están bien planteados en la relación monógama.

-Cuando empiezas a estar con una persona y le dices que quieres una relación abierta, con todas estas licencias, ¿te entienden?

-Imagina la cara que te ponen en el minuto uno. Pero la gran mayoría lo prueba, no sale corriendo. La curiosidad está ahí. El morbo. De todos modos, las personas que yo conozco hoy por hoy saben perfectamente por dónde voy; solo me muevo en ambientes de gente con mentalidad abierta. Pero es verdad que mis conversaciones son superdivertidas. Yo soy muy amorosa, me puedo enamorar de una persona que acabo de conocer, tengo una capacidad increíble de amar porque no busco el hombre perfecto. Puede ocurrir que conozca a un chico que me gusta mucho por ejemplo para ir a ver conciertos, tengamos una buena relación sexual y a las tres veces de estar con él le diga «te quiero». Pero no le quiero como antes, yo quiero a ese chico de la manera que sé querer ahora.

-¿Cómo sabes que es amor y no un amigo más?

-Porque lo experimento. Esto ha sido un cambio muy importante para mí. Alucinante. Ahora mismo conozco a un chico de Barcelona y no me importa lo que haga en su vida privada, no estoy pendiente de dónde está, pero le pregunto continuamente porque quiero experimentar celos para ir lidiando con ellos, sensaciones. Cuando estamos juntos lo vivo como si fuese la primera vez, es una relación reciente, mi tiempo es para él y estoy absolutamente enamorada. Y cuando nos separamos, le echo de menos, pero llevo esas emociones a la parte positiva. No es una relación idílica, es cierto. A veces lo echo de menos más de lo que me gustaría o me rebelo porque quiero estar con él y no puedo, pues como digo es de Barcelona. Pero tengo otro chico de Madrid, que hay veces que me dice que está con otras chicas. Tenemos que cuadrar las agendas, pero cuando encontramos hueco nos vemos. Mientras no estamos juntos no siento celos. Y si me dan un poco, pues se lo digo: «Eso me ha molestado».

JAPONESA

-¿No hay un poco de masoquismo en esto?

-No sé, considero que son relaciones muchísimo más sanas que las que tuve nunca. Considero que ninguno de ellos es responsable de mi felicidad.

-Entonces, quizá sea una huida, un modo de evitar sufrir por amor…

-No, porque… creo que eso no. El poliamor no es solución para todo el mundo, pero sí es un paso a tener en cuenta, y muchas de sus prácticas deberían conocerse y aplicarse a las relaciones monógamas. La falta de libertad y honestidad son dos pilares que se cargan muchas relaciones, es lo que a mí me había pasado hasta ahora. Los principios de las relaciones poliamorosas son muy divertidos. En el minuto uno has hablado de cosas que en las monógamas no dices hasta que llevas un año. En el caso del chico de Barcelona, nos echamos de menos, y cuando nos vemos parece que queremos aprovechar cada minuto juntos. Este chico venía de monógamo, ha conocido relaciones abiertas gracias a mí. No se cree poder hablar conmigo de las relaciones con otras mujeres. El que yo le diga: «Pues, joe, con esta chica de la foto me ha dado un pelín de cosa…». Y él me responde: «¿Pero por qué? Si yo no voy a dejar de quererte a ti por estar con otras mujeres». Cuando lo asimilas, es como si encajara todo.

-¿En el poliamor la base es el sexo? Quedo con tal o cual para meterme en la cama…

-Nosotros hacemos de todo. El tiempo juntos es como el de una pareja normal. Vamos a restaurantes, conciertos, salimos… El fin de semana vas de compras, das una vuelta, pasas el tiempo en casa… Lo que haces con parejas normales.

-¿Son parejas estables o hay relevos continuamente? ¿Dejas de ver a unos e incorporas otros…?

-Hay de todo. Mantener una pareja poliamorosa en el tiempo es complicado. No es la panacea, pero las que consiguen un alto nivel de comunicación y madurez son muy estables. Conozco a varias que llevan muchos años juntos y se han ramificado a su vez en otras relaciones de varios años. Me muevo en un universo de unas trescientas personas en este mundo, y no parece que se rompan más que las tradicionales.

-Y si se rompen, igual sufres menos… Como te quedan otros varios con los que consolarte…

-Depende de cómo sea de importante esta persona para mí. Yo he tenido rupturas que me han dolido tanto como las monógamas.

-¿Se rompe formalmente? Con el típico «tenemos que hablar»…

-El momento de «mejor no nos seguimos viendo» es fatal. A veces lo puedes ir previendo. En estas relaciones se habla y trabaja muchísimo. Hay charlas y talleres mensuales. Siempre estás aprendiendo.

-¿Dónde os encontráis esas trescientas personas del círculo que hablas?

-Hay unos bares en Madrid donde sabes que te los vas a encontrar. O en las fiestas que se organizan de vez en cuando. Últimamente yo solo me relaciono con este grupo, pero también me gusta mucho expandir la palabra poliamor, aunque es difícil. En cuanto sales de estos círculos, conoces a un chico que no esté metido en este mundillo y le cuesta entenderlo. Aunque también es verdad que se suelen interesar mucho, que despierta mucha curiosidad. Cierto morbo.

-¿Cada una de esas trescientas personas tiene sus parejas o se van cambiando?

-Ahí están los «kinker», que engloban toda sexualidad no convencional: el colectivo de gais, lesbianas, cualquier persona, incluso gente con determinadas perversiones como las que les gusta el sexo con muñecas, gente con una sexualidad más abierta. Y luego está el poliamor, que va más por la relación afectiva, sentimental. Las actividades de los poliamorosos puros son más de crecimiento personal, hablar, pero no hay tanto sexo. En Cataluña se organizan fines de semana de convivencia para conocerse, hablar de estos temas, ver cómo se llevan a la práctica, cómo sales del armario o lo dices a la familia, cómo se vive en sociedad… Estoy intentando organizarlo en Madrid.

CAMBIAR LA MIRADA

-¿Cómo se sale del armario?

-Mi familia más cercana, mis padres, lo llevan muy bien. No tienen ningún problema con lo que cuento o hago.

-¿Cómo se enteraron?

-Cuando les dije que iba a publicar el libro. No quieren saber cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en el libro. Pero estuvieron en la presentación con los «kinker» haciendo de las suyas. Mi padre dijo que se iba rápido pero mi madre aguantó hasta el final. Luego hay gente más mayor que ha hecho mutis por el foro, que no sé si han leído el libro. Y la familia más cercana y joven, tan tranquila. Entre mis amigos, al principio, hubo todo tipo de posturas pero hoy por hoy están muy abiertos a todo: no se ha alejado nadie de mí por este libro. Ha sido una reacción bastante positiva de gente que se acerca a hablar de cosas que necesitaba contar. Y estoy deseando empezar las charlas, primero con las mujeres, pero espero que también con hombres. Contarles mi experiencia para que la pongan en práctica en sus relaciones aunque nunca sean poliamorosos.

-¿El poliamor existe solo para la mujer y en el caso de los hombres es polisexo? Los personajes masculinos de su libro huyen del compromiso, de sus sentimientos. Ni siquiera se paran a pensar en ellos, no vaya a ser que se enamoren. Cuando Karen dice «te quiero», se produce una espantada masculina.

-Los hombres parece que vienen con el chip para el poliamor, pero tampoco. Se tienen que quitar el afán de posesión, del «esta mujer es mía». Tampoco todo el mundo vale para esto. Tengo amigos que no son capaces de compartir a su mujer. Otros sí lo ven porque entienden que, si ellos quieren estar con otras personas, es lógico que ella también lo esté. Conozco muchos hombres con una capacidad de enamorarse brutal, que son un encanto, que no solo buscan sexo. Y, como afrontan las relaciones desde el punto de vista del poliamor, no son nada machistas, se preocupan por ti, te miman, pero no solo a ti. De hecho, cuando salga de esta entrevista tengo a tres personas a las que tengo que escribir para contarles.

-Pero eso son amigos…

-Pero tienes sexo con ellos, y te quieren. O llámalos amigos con los que tienes sexo.

-Amigos con derecho a roce, entonces…

-Digamos que son el famoso «follamigo»… Puede ser… A lo mejor este basado en todo esto, pero llevado a un nivel de compromiso, de convivencia. Amigo con derecho a sexo, pero que se preocupa por ti y tienes varios. La definición me da igual, el cómo lo llames. Es alguien que se preocupa por ti, es un amigo, pero si además tienes sexo, te cuenta lo que hace con otras parejas…

-¿El interés por saber lo que hace con otras parejas es por morbo…?

-Depende de tu necesidad. Hay parejas que prefieren no saberlo, pero otras sí quieren conocer dónde están, situarse. Y en otras, sí, es morbo. Hombres y mujeres que quieren enterarse con pelos y señales porque les da mucho morbo. En mi caso, prefiero saber, pero no entrando en detalles sexuales; solo pregunto si ha tenido sexo esta semana.

-¿Y no duele saberlo?

-No. Me gusta saberlo. El tema del sexo creo que lo llevo bastante bien.

-¿El poliamor es heterosexual o también incluye parejas del mismo sexo?

-La gran mayoría de personas del círculo «kinker» tiende más a la bisexualidad que a la heterosexualidad. Has saltado barreras tan importantes, nada fáciles, tienes tantas cosas en común con las personas de ese grupo, que enseguida hay posibilidad de establecer vínculos afectivos o sexuales sin tener en cuenta el género.

-¿Y las parejas poliamorosas discuten tanto como las monógamas?MUJER CORNISA

-Se discute menos porque se habla mucho más de sentimientos. Vas plantando la semilla de la comunicación desde el principio, y eso hace que discutas menos. No te puedo decir qué hay debajo de cada pareja poliamorosa, pero a mí me parece lógico que surjan menos roces. Si te cultivas como persona, te quieres, idealizas de otra manera, no guardas tantas cosas dentro. Se trivializa menos.

-¿No te da miedo que un día te enamores de alguien?

-Miedo, no. Porque, cuando me ocurre, no lo vivo como antes, porque no me veo capaz de engañar a alguien prometiendo amor eterno. Lo hice una vez de verdad, pero no salió bien. Luego he tenido relaciones consecutivas, una detrás de otra, pero tampoco funcionaron. Después de siete años, me di cuenta de que no era feliz, como me había ocurrido en todas las anteriores. Fue falta de libertad, sobre todo de libertad, porque en este caso teníamos muy buena comunicación, pero me había absorbido de forma absoluta.

-¿No te gustaría tener para ti sola a ese chico de Barcelona con el que lo pasas tan bien?

-Al chico de Barcelona le digo que en cuanto esté con alguien de forma continua me lo diga. No estoy ahí, no lo veo. Necesito estar preparada. Desde que conocí este mundo quiero saber si voy a volver a sentir los celos como los sentía, quiero volver a saber si voy a enamorarme como me enamoraba antes de, y es que no me ocurre. Empiezo a pensar que este cambio se ha producido en mí de verdad. No es que me lo esté creyendo, sino que lo entiendo. Asimilo que mi forma anterior de querer no era la adecuada. Nunca he estado más feliz en mi vida amorosa que desde que cambié el chip.

-¿No temes que te señalen con el dedo tras escribir este libro? Que te encasillen en este género.

-Pues sí, hombre, lo tengo claro. Pero no tenía otra opción. Me he estado escondiendo toda mi vida. Hace dos años que encontré respuesta a mi vida. Desde niña he sido una chica a la que le gustaba la sexualidad. Me habían llamado guarra muchas veces y me lo creía. Hasta que me di cuenta de que el problema no era yo, sino la sociedad. Además, era incapaz de desarrollar sentimientos, de decirle a un hombre que quiero seguir viéndole, pero no de la manera que él piensa. Si yo le digo a una persona «tengo sentimientos hacia ti», esa persona si no me conoce ya piensa que estoy buscando pareja. Pero no, o sí, pero varias. Ahora querer a alguien me resulta supersencillo y me encanta.

Madurar

Madurar conscientemente es un trabajo diario, un camino de limpieza donde eliminar lo superfluo y crecer lo realmente valioso. Elegir y practicar la coherencia. Abrirse a la percepción, reconocerse y fluir. Avanzar con  curiosidad infantil y paso decidido. Caerse y levantarse más sabio. Aprender siempre. Quererse y darse. Aceptar los regalos que la vida nos ofrece. Ser en lugar de tener. Sonreir y atreverse a ser feliz …  Es un camino largo que está mas relacionado con la evolución que con el paso del tiempo. Y hoy puede ser un día perfecto  para empezar a recorrerlo. Comparto unas «perlitas» para recordar:

 

 
MADUREZ es la habilidad de controlar la ira sin violencia o destrucción.

MADUREZ es PACIENCIA ,el estar dispuesto a sacrificar un gozo inmediato en favor de un bien futuro.

MADUREZ es PERSEVERANCIA , la voluntad para superar un proyecto o situación , sin importar la oposición o aspectos negativos.

MADUREZ es DADIVOSIDAD , responder a las necesidades de otros , muchas veces a expensas de nuestros propios intereses.

MADUREZ es la capacidad de enfrentarse a la derrota sin excusas ni colapso.

MADUREZ es HUMILDAD , lo que hace a uno suficiente grande para decir : “ yo estuve equivocado ”. Y cuando tenga la razón no decir: “ yo te lo dije ”.

MADUREZ es la habilidad para tomar decisiones y tener la fortaleza de respaldarlas hasta el final. El inmaduro se pasa la vida explorando incontables posibilidades y nunca decide ni hace nada.

MADUREZ es RESPONSABILIDAD , mantener su palabra aunque haya crisis. Los inmaduros son los maestros de las excusas , siempre están confundidos y desorganizados , sus vidas son una maraña de promesas rotas , ex – amigos , proyectos sin terminar y de buenas intenciones que nunca se materializaron.

MADUREZ es el arte de vivir en paz con aquellos que no piensan como nosotros

 

 

Con el tiempo aprenderás…

Después de algún tiempo aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer un alma y aprenderás que amar no significa apoyarse y que compañía no significa seguridad.

Comenzarás a aprender que los besos no son contratos, ni regalos, ni promesas.

Comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente, con la gracia de un niño y con la tristeza de un adulto y aprenderás a construir hoy todos los caminos, porque el terreno de mañana es incierto para los proyectos y el futuro tiene costumbre de caer en el vacío.

Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado.

Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitaras perdonarlas.

 

Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma.

Descubrirás que lleva años construir la confianza y apenas unos segundos destruirla y que también podrás hacer cosas de las que te arrepientas el resto de tu vida.

Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias y que no importa que es lo que tienes sino a quien tienes en la vida y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.

Aprenderás que no tenemos que cambiar a los amigos si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambien. Te darás cuenta que puedes pasar buenos momentos con tu mejor amigo haciendo cualquier cosa o simplemente nada, solo por el hecho de disfrutar su compañía.

Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera a las personas que mas te importan y por eso siempre debemos decir a esas personas que las amamos, porque nunca estaremos seguros de cuando será la ultima vez que las veamos.

Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia sobre nosotros, pero nosotros somos los únicos responsables de los que hacemos.

Comenzarás a aprender que no nos debemos comparar con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejor.

Descubrirás que se lleva mucho tiempo para llegar a ser la persona que quieres ser y que el tiempo es corto.

Aprenderás que no importa a donde llegaste, sino a donde te diriges y si no lo sabes cualquier lugar sirve.

 

Aprenderás que si no controlas tus actos, ellos te controlan y ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuan delicada sea la situación, siempre hay dos lados.

Aprenderás que héroes son las persona que hicieron lo que era necesario, enfrentando las consecuencias.

Aprenderás que la paciencia requiere de mucha practica.

Descubrirás que algunas veces la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayude a levantarte.

Madurar tiene mas que ver con lo que has aprendido de las experiencias, que con los años vividos.

Aprenderás que hay mucho mas de tus padres en ti de lo que supones.

Aprenderás que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías porque pocas cosas son tan humillantes y seria una tragedia si lo creyese porque le estaras quitando la esperanza.

Aprenderás que cuando sientes rabia, tenes derecho a tenerla, pero eso no te da el derecho a ser cruel con todo lo que puedes, porque hay personas que nos aman pero que no saben demostrarlo…… No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.

Aprenderás que con la misma severidad con la que juzgas, también serás juzgado y en algún momento condenado.
Aprenderás que no importa en cuantos pedazos se rompa tu corazón, igualmente el mundo no se detiene para que lo arregles.

Aprenderás que el tiempo no es algo que puedas volver atrás, por lo tanto, debes de cultivar tu propio jardín y decorar tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores.

Entonces y solo entonces sabrás realmente lo que puedes soportar, que eres fuerte y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas cuando creías que no podías más.
Es que la vida vale realmente cuando tienes valor de enfrentarla!!!!!

WILLIAM SHAKESPEARE