Elogio de la inversión

Los años se suceden

y pierden el sonido.

Conservo algunas huellas

en el ticket de mi vida:

mi primer trabajo,

mi primer sueldo,

mi segundo, tercer y compañero de vida, trabajo.

Algunas clases particulares,

mis primeros amigos,

un curso de mecanografía,

el primer beso,

mi primer viaje, una chupa de cuero,

un equipo de música con reproductor de CDs,

un concierto en un estadio,

un vestido de fiesta,

una carrera universitaria,

un curso de inglés,

un viaje a la India,

otra carrera universitaria,

el carnet de conducir

mi primer coche,

el alquiler de un estudio donde aprendí a vivir sola,

una cama, un biombo,

una estancia en una universidad de París,

una cena con mis padres,

muchas cenas con mis padres,

un ordenador,

un crédito hipotecario

un postgrado en terapia,

muchos encuentros personales,

un retiro espiritual,

clases de yoga,

diez días de silencio,

un filtro carísimo para el agua

una reforma en mi baño

una escuela espiritual,

una reforma en mi cocina,

reorientar mi dieta vegetariana

el camino de Santiago,

un desmayo del que conservo una cicatriz,

muchas madrugadas,

muchas conversaciones,

mucho tiempo compartido,

la intensidad de la vida cultural una época,

las universidades de verano,

las salidas a la montaña,

regalarme un viaje a Barcelona con mi padre

ver su cara ilusionada en su primer vuelo

mil días de compras con mi madre,

regalarme un viaje en globo con mi padre,

un cuento que escribí y narré para mi madre,

un taller de poesía,

un viaje por Escocia acompañada de mi mochila,

la subida al Ben Nevis en solitario,

mi primer libro publicado,

los amantes que me amaron,

los amantes que amé,

mi corazón radiante,

el amor que regalé,

mi corazón roto,

el amor que recibí,

los paseos en bici con mi padre,

un libro que he creado y coordinado,

mis dibujos expuestos,

el tesoro del tiempo infinito de mi infancia,

el aroma a hogar,

la inmensidad del Himalaya,

los regalos que hice y me hice,

una puesta de sol en La Atalaya,

los orgasmos infinitos,

un hombre en bicicleta,

la ternura de muchas caricias,

el artista a mi lado,

las lágrimas compartidas,

las lágrimas solitarias,

el aire que respiro,

la alegría de mis ilusiones,

el color de unos ojos,

lo que no cabe aquí,

la mujer que soy.

Yolanda Jiménez

©Yolanda Jiménez

Micropoemas

*Hay una mezcla

que llena mi tarde.

La Poesía de este otoño

es de invierno incierto.

*En la ignorancia de no verme

no necesitaba espejos,

pero de tan curiosa desidia

me he convertido en reflejo.

*Libre y libertina

quise ser un pájaro

o una pájara

y volé horizontes inmensos.

Ahora reinvento mis alas.

©Yolanda Jiménez