La aventura del sentir: una entrega consciente:

 

A menudo las relaciones amorosas no funcionan por nuestra incapacidad para “entregarnos”. Podemos estar en la relación desde el sexo, o podemos estar desde algo más cariñoso y tierno, pero no podemos estar a la vez, plenamente, mostrándonos desde todas las facetas de nuestra ser, uniendo, como se dice a veces, sexo y corazón (o las partes superior e inferior de nuestro cuerpo). No nos entregamos totalmente.

Existe la idea de que me entrego al otro si me esfuerzo por el otro, me doy, me sacrifico. Muchos hemos tenido, o hemos conocido, padres (y especialmente madres) abnegados, que se sacrificaban continuamente por nosotros: por nuestro bienestar ponían su vida al servicio de la nuestra.

Los sacrificios generan en los que los hacen un deseo de recompensa, o cuando menos de reconocimiento, y en los beneficiados una sensación de falta, o incluso de culpa. La balanza se inclina hacia un lado y genera un desajuste grande. Desde cualquiera de los dos lados es fácil caer en la rabia, más o menos explícita. Es difícil llegar a un estado de amor, de aceptación de uno mismo, de entrega, cuando el amor genera y equivale a deuda

Desde la visión bioenergética, la entrega no surge del esfuerzo, y aún menos del sacrificio. Entregarse es dejarse ir. Es abandonarnos, sacar el corazón de la jaula y sentir nuestros sentimientos, nuestras necesidades, nuestras “imperfecciones”. Es lanzarse a lo que surja, y lo que surge a menudo comienza por conectar con la herida de esa necesidad infinita de amor que tuvimos de niños y que no nos dieron. Me entrego, me abro a mi propio corazón, y aparecen todas esas cosas: tristeza, dolor, rabia…

Si soy capaz de sostenerlo, al menos suficientemente, me acepto y amo. El amor, pues, llega de dentro. Es una frase muy trillada, pero cierta… Cuando me abro a sentirme, cuando me entrego a mi propio corazón, es cuando empiezo a sentir un amor saludable y realista. No me entrego a otro, me entrego a amar. Si me entrego junto a un otro que también se entrega, en esa entrega mutua surge una fusión. Y si he alcanzado (suficientemente) esa forma de amor, cuando se produce el desamor y termina la fusión con el otro la caída no es tan profunda.

 

 

Fuente: daltitcoaching.com

Por Débora Altit.

 

Serenidad

 

Sereno es aquel que es capaz de soltar. Por ejemplo, una preocupación, la revuelta del corazón tras una ofensa, una humillación, una calumnia.
Sereno es también aquel

(c) Yolanda Jiménez

que es capaz de dejar atrás viejos sueños, viejas pretensiones, viejos reproches, aquel que libera así el corazón de forma que esté sosegado, pronto y dispuesto para lo posible y lo regalado.

Sereno es por tanto también aquel que perdona, en el sentido de «lo pasado, pasado», de no guardar rencor por nada.
Esa serenidad es fuerza sin emociones, disposición concentrada del alma a lo venidero, al ahora.
-Bert Hellinger-

Soy mujer. Poeta, amante, curiosa, amiga, persona…MUJER! Un poema para hoy

«Soy Mujer»

Soy mujer.

En los rincones de mi alma,

en las entrañas de mi cuerpo.

De hormonas y de curvas,

de instintos y de sueños.

Mis pliegues hondonados

me conforman manantiales

que me nutren de despensa

como limo en mis adentros,

como luz en mis afueras.

Soy mil mujeres cada día

 y mil diosas cada noche.

Orgullosa,

bendigo mi sexo.

-Yolanda Jiménez –