“Todos son documentos suficiente como para ir indocumentado”
-Blay Bonet –
Mis amigos saharauis han venido a visitarme.
Una tetera, un infernillo, vasos, hierbabuena, azúcar, té
Todo dispuesto para compartir la preparación,
para conversar alrededor del líquido caliente,
al perfume de la hierba abierta.
Objetos cotidianos que requieren un traslado minucioso
que no por fragilidad y sí por el color de la piel.
Conversamos y ante mis preguntas,
me cuentan que, con frecuencia
son interpelados en la calle, en los transportes, en la vida.
¿Qué llevas en la mochila? ¿A dónde vas? ¿Documentación?
Empleados de seguridad, policías, auxiliares de control.
La piel, el color, el acento, cualquier pista, todos sospechosos.
Han traído todo en una mochila de ordenador,
una mochila discreta, gris, elegante, rígida.
Intento recordar cuantas veces me han pedido que me identifique.
Yo tengo un carnet de identidad. No me lo suelen pedir.
Tantos documentos y tantos indocumentados.
¿Somos un papel, una tarjeta, un archivo, un aspecto?
Somos los rasgos físicos, somos los privilegios, somos las diferencias.
Somos plurales y singulares.
Somos un documento
No somos nada.
©Yolanda Jiménez
