No te rindas

Un precioso vídeo motivacional. Para tí. Para hoy.

 

Qué es la sabiduría según J.L. Sampedro

 

¿Qué es la sabiduría?

El arte de vivir. No el arte de hacer cosas, el arte de vivir… Se puede vivir sin hacer muchas cosas, y se puede hacer muchas cosas sin saber vivir. La mayoría de la gente que ahora uno ve por la calle sabe hacer muchas cosas, se mueve todo el día, está agitada todo el día, y no sabe vivir. Hoy, en gran parte, el hombre de una ciudad civilizada y urbanizada es un servidor del sistema y de las máquinas, porque cuando tiene que ocuparse del coche, de la lavadora, de lo otro y de lo de más allá, se pasa el día alimentando cosas y sosteniendo cosas, cuando sencillamente podría vivir mejor.

 

Porque lo que no está claro son los fines. ¿Cuáles son los fines de la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿para qué estamos vivos? Estamos vivos para vivir, para hacernos, para realizarnos, para dar de cada uno de nosotros todo lo que puede dar, porque así tendrá todo lo que pueda recibir.

Pero para que esto empiece hace falta libertad. Y para tener libertad, no libertad de expresión, lo que hay que tener es libertad de pensamiento, porque si usted no tiene libertad de pensamiento, da igual que hable o diga lo que quiera. El poder se asegura de que no tengamos libertad de pensamiento, para eso nos educa, para que pensemos lo que él quiere que pensemos.

Y entonces, cuando consigue que nosotros pensemos lo que él quiere que pensemos, y eso lo consigue en la infancia, cuando enseña la doctrina, cuando enseña los principios; lo consigue en la sociedad con el ambiente general, con los principios, la publicidad, el mercado, etc. Cuando consigue que la gente piense lo que el poder quiere que piense, resulta que, si no tenemos libertad de pensamiento, no tenemos libertad de expresión, y no nos educan para tener libertad de pensamiento.

Y cuando tengamos eso, podremos pensar en los fines de la vida, porque los fines de la vida no son aumentar en dinero y en gasto y en diversión, no es eso. Es ganar en satisfacción personal, ser más lo que uno es.

El tiempo no es oro, el tiempo es vida.

José Luis Sampedro

 

 

Alquimia sexual

 

Los alquimistas, esa tradición oculta que recorre tanto Occidente como Oriente, llevaban a cabo una serie de conocimientos prácticos no sólo encaminados a transmutar metales pesados en oro. Su labor en busca de “la piedra filosofal” abarcaba todo tipo de ámbitos, la existencia entera, todos los rayos del crisol. Perseguidos o simplemente conscientes de que el conocimiento es poder y exige gran responsabilidad, los grandes adeptos de esta ciencia oculta, revistieron sus hallazgos de una serie de metáforas y símbolos (también, hay que decirlo, sabían que la verdadera ciencia es un arte), hasta el punto de que hoy llamamos hermético a algo que es impenetrable (siendo que la alquimia nace de la figura de Hermes, el dios y el hombre, microcosmos, espejo esmeralda, ave y serpiente). Así, su milenaria travesía en búsqueda de la transmutación de los metales puede leerse sobre todo como la continuidad de una búsqueda espiritual a través de la materia: los metales pesados simbolizan el cuerpo físico y el oro, la destilación del espíritu.

No sólo Aleister Crowley y otros practicantes de la magia sexual consumían de manera ritual “efluvios sexuales”, los alquimistas hacían preparaciones con ciertos líquidos vitales para acelerar su proceso o justamente para capturar su plenitud y alargarla. Se sabe que los líquidos vaginales producidos por la excitación sexual, o la misma vagina, eran llamados “el Águila Blanca” y el semen y/o el pene, “el León Rojo”. En el texto alquímico,  The Sounding of the Trumpet, podemos leer una alusión a esto: “En La Piedra Lunar yace el azufre blanco, en la Piedra Solar yace el azufre rojo, y  la Piedra Mercurial los envuelve ambos, lo cual es la fuerza unificadora del Magisterio”.

 

440+web_lovers_art

Los Arcanos de “Los Amantes” y “El Arte” en el Tarot de Crowley. La primera carta muestra a los amantes, rey y reina, sol y luna, acompañados por el León Rojo y el Águila Blanca. La
carta de “El Arte” muestra los colores invertidos ante el crisol: la alquimia ya se ha producido.

 

 

 

 

 

 

 

La alquimia, pese a su complicado andamiaje simbólico y esotérico, es fundamentalmente algo que se obtiene y aprende de los procesos de la naturaleza, los cuales son estudiados detenidamente, debajo del velo epifánico. De igual manera que la Tierra produce oro en la profundidad de su manto (terremotos alquímicos, ¿el orgasmo se siente como un sismo?) o las estrellas generan oro en sus núcleos al colisionar con otras estrellas en una especie de sexo cósmico, el alquimista produce el oro en su atanor. Su obra magna es recrear la creación misma (esto es lo que acerca a la divinidad, imagen y semejanza). “Para los alquimistas, el proceso de individuación representado por el opus era una analogía de la creación del mundo”, escribe Jung. El opus, el secreto de su búsqueda, se puede decir que es la misma creación del mundo. El adagio fundamental de la filosofía hermética es “como arriba, es abajo” y también el hombre es el microcosmos del universo. No existe otro acto que repita y refleje la creación del mundo como la cópula.

 

La Fuente de la Eterna JuventudMIRADA DE AGUA

La lluvia no te moja
eres la llama del agua
la gota diáfana de fuego.
-Octavio Paz

Existen numerosos relatos que tratan de situar la Fuente de la Eterna Juventud en países remotos, en jardines secretos, bajo el celo de guardianes, como dragones u otros seres fantásticos y temibles, como un agua luminosa. Igualmente se habla de numerosos elíxires, talismanes u operaciones mágicas que conferirían el ansiado proceso de revertir el envejecimiento, vencer el tiempo, a la vez que entregar una belleza inmarcesible, radiante y límpida. Estas aventuras son sumamente divertidas y están llenas de símbolos, enseñanzas y también de verdaderos misterios. Son un cuerpo de conocimiento secreto que se revela sólo en secreto (los símbolos permiten a la mente ver lo que yace invisible en el mundo material). Aprendiendo de la misma tendencia simbólica de los alquimistas y de la filosofía oriental que llama a dedicarse a lo más íntimo y presente (como aquella historia del hombre que viaja sólo para descubrir que el tesoro estaba enterrado en su casa), ¿por qué no pensar que la fuente de la juventud está en el cuerpo mismo (una perla azul debajo del ombligo) y en su interacción con su espejo, con su otredad llameante?

No son pocas las religiones que tienen como su más sublime misterio iniciático la sexualidad. El taoísmo, a través de técnicas como las que se encuentran en el qi-gong, es sobre todo una cultivación y un refinamiento de la energía sexual (el Tallo de Jade que se introduce en la Gruta de forma de Grano es una operación de alquimia milenaria, similar a la luz del sol que penetra la oscuridad). En la India tenemos el tantra y el yoga, que igualmente buscan la unión. La unión del hombre consigo mismo, con su espíritu, la unión del hombre y su alma con Dios, pero sobre todo a través de la unión de los opuestos, Shiva y Shakti, el lingam y el yoni, la serpiente y el loto (el mismo hatha yoga lo nombra: ha, sol, y tha, luna). El misticismo árabe y mi intuición me dicen que también los misterios del cristianismo, de María Magdalena y Jesús, de la Rosa y la Cruz, contienen una veta erótica secreta. Esta unión de las energías que se oponen pero que en realidad se complementan, se llaman y se abandonan para seducirse de nuevo y recobrar intensidad en su abrazo, no tiene para el ser humano un arena superior al sexo o al intercambio erótico (no necesariamente sexual) entre la energía masculina y la energía femenina. Podemos decir que el mundo entero no es más que la preproducción y el teatro mismo para la realización de este encuentro. El impulso biológico nos llama a reproducirnos, pero existe otro impulso, más sutil, en esta urgencia de la evolución, que nos llama a sublimar nuestra existencia y encender el fuego en el agua. Y he ahí la fuente de la eterna juventud.

Fuente :@alepholo

 

 

El sentido del gozo: El cielo en la tierra

La Vía de la Resta

No hay que intentar ser algo, pues ya Somos todo. El proceso consciencial y el devenir evolutivo del ser humano no se basa en “sumar” nada a lo que ya Somos, sino en “restar” y soltar la enorme cantidad de postizos, accesorios y aditivos con los que tapamos y ocultamos lo que Somos. “Sumar”: acumular, tener, retener, competir, controlar, programar… “Restar´”: desalojo interior y desapego del exterior, vaciamiento, dar, compartir, cooperar, fluir, confiar… Y restar en lugar de sumar es una práctica, no una teoría, que se lleva a cabo cada día, de instante en instante, aceptando nuestro propio proceso y el de los demás
.
Foto: Title:" The Color Dancer" Credits: Photography: Elen GalesPost/Compositing: Kush @Adobe1Model Abbie BraunLocation: Adobe Systems Inc. For Adobe Photoshop CC and SONY VAIO Duo#AdobeSonyMobileCreativity
El quid de la cuestión se halla en tomar íntima consciencia de que todo encaja: que todas las vivencias, experiencias, hechos y situaciones de nuestra vida tienen su porqué y para qué en clave del desarrollo e impulso de nuestro proceso consciencial y evolutivo; que todo fluye, refluye y confluye en el Amor de cuanto Es y Acontece; que  ya todo es y nosotros mismos somos todo aquello que nuestro Corazón puede anhelar.
A partir de ahí, nos inunda el discernimiento sobre la verdad de la vida: vivimos única y exclusivamente ¡para vivir y gozar de la Vida! Ni más ni menos. Este es el motivo y el fundamento de la existencia en todos los planos y Dimensiones. También, por supuesto, en el plano humano.
No vivimos para “tener que” o “deber de”; no vivimos para poseer, conseguir, hacer, desear, rechazar, luchar, alcanzar, convencer,… Y, desde luego, no vivimos para sobrevivir. La razón de ser de la vida es vivir: ¡vivir para vivir gozando plenamente de la Vida!
 Cuando nos damos cuenta de esto, la Vida se revela como lo que realmente es: un Milagro colosal y constante. Y nos percatamos de que se puede Confiar en ella y de que las experiencias que vivimos no son ni “buenas” ni “malas”, sino experiencias todas que nos impulsan por igual en nuestro devenir consciencial.
Por tanto, vivir no consiste, valga el símil, en meter más muebles en casa. Al contrario: para “Vivir Viviendo” –vivir para vivir-, hay que soltar y vaciarla enteramente para que nuestro “verdadero ser”, que es radicalmente divino, brille, se expanda y se despliegue en este plano y Dimensión en su espléndido e inefable potencial.
Foto: Saturday night fever
Las personas buscan la “realización” y el “crecimiento” y creen que se hallan asociados a incorporar y agregar cosas (objetos, personas, vivencias,…) a sus vidas. Subyace en ello el convencimiento y el sentimiento profundo de que uno mismo se encuentra incompleto, falto de algo o de mucho. Y se busca a través de la suma la satisfacción de los deseos y aspiraciones y las respuestas para el corazón que se pregunta.
Pero es absolutamente falso que seamos incompletos o que carezcamos de algo. Sólo el olvido de lo que realmente Somos, de nuestro “verdadero ser” y “naturaleza esencial” y divinal, hace que la gente crea tamaña sandez y confíe en la suma cual brújula y práctica en el proceso de “realización” y “crecimiento”.
La consciencia se expande restando, no sumando; bajando, no subiendo; soltando, no acumulando. Se acabaron los trabajos, los esfuerzos, los
sacrificios,… Adiós al estrés, a las tensiones, a las preocupaciones,… La vía no es la suma, sino la resta; no es la acumulación, sino el desasimiento; no es el “llenado”, sino el vaciamiento; no es el tener, sino el desprendimiento; no es el poseer, sino el desposeimiento; no es el alojo de cada vez más cosas, sino el desalojo interior hasta que sea completo.
La puesta en práctica de todo ello consiste en una Vida Sencilla experienciada en el Aquí y Ahora, con consciencia de nuestra divinidad y plena de Confianza. Así se vive con Paz y Alegría y sin inquietarse por nada. Todo es perfecto. Tanto que ni siquiera cabe calificarlo como “perfecto”, pues ello supondría que en la Creación existe igualmente lo “imperfecto”. Y no es así. En la Creación, en la Vida, en general, y en la vida de cada cual, en particular, no hay imperfecciones, ni caos, ni azar, ni errores, ni culpas, ni pecados…
Todo cuenta con su porqué y su para qué; todo fluye en el Amor; y todo lo que acontece en la vida impulsa el proceso evolutivo de cada uno -cada cual en su punto y momento evolutivo, todos igualmente respetables-, que se halla absolutamente integrado en la Evolución de la Humanidad, la Madre Tierra, el Cosmos y la Creación.
      Vivir para Vivir significa Confiar en la Viday dejarse fluir aceptando todo aquello que la propia Vida, no nuestros deseos egoicos de satisfacción ni nuestras programaciones mentales, nos vaya poniendo por delante. En la medida en que se avanza interiormente en todo ello, se deja el “qué” en manos de la Viday la Providencia–nuestro “verdadero ser” en acción- y nos centramos en el “cómo” para llenar de Amor e impregnar con su vibración, con la Frecuencia de Amor, todos los hechos y circunstancias –experiencias, en definitiva- que la vida nos va trayendo de momento en momento. Y da igual el color que la mente quiera otorgar a la experiencia –“alegre” o “triste”, “placentera” o “dolorosa”…-. Sólo importa situar en la vibración del Amor cada experiencia que la Vida nos ponga por delante.
Foto: Vodka Tonic
Para ello se requiere Humildad. Una humildad tan grande como para permitirnos el “endiosamiento”: percatarnos de que Dios es yo y que yo soy Dios precisamente cuando cesó de ser “yo”, es decir, cuando dejo de aferrarme no sólo a la percepción de mi mismo como un yo físico, mental y emocional, sino incluso a cualquier idea de identidad, sea física, álmica o espiritual, sea individual o colectiva. Esta disposición y esta voluntad de dejar de ser “yo” para ser Dios (o como cada cual quiera denominarlo) es, en el plano humano, la más acabada expresión de humildad.
Desde ella, restar, bajar y soltar, el desalojo y el vaciamiento y la Paz, la Felicidad y la Quietud emanan espontáneamente desde nuestro interior: desde allí donde siempre estuvieron esperando pacientemente a que, a través de nuestra toma de consciencia en libre albedrío, las proyectáramos dulcemente y con Amor al exterior para plasmar El Cielo en la Tierra.

El cerebro del corazón

 

Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia sostiene que el corazón tiene cerebro.

«Tengo 72 años y sigo siendo joven. Nací en Toulouse y vivo en Canadá. Estudié la carrera de Matemáticas y piano. Creo que el ser humano lleva consigo un potencial extraordinario de conciencia, inteligencia, sabiduría y amor; descubrimientos científicos recientes lo constatan».

Ciencia y conciencia:

Tas estudiar Matemáticas y la carrera de piano y órgano fue profesora en La Sorbona. Luego se instaló en India y participó en la creación de la comunidad de Auroville con Sri Aurobindo y Kishnamurti. Y poco después fundó en Quebec el Instituto para el Desarrollo de la Persona. Es autora de El poder de elegir, La libertad de ser y El maestro del corazón (Luciérnaga). Lleva muchos años investigando la intersección entre la ciencia y la conciencia y sus planteamientos son siempre rigurosos y están documentados.

 

 

Que el corazón tiene cerebro es una metáfora, ¿no?
No. Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.

¿Es inteligente?
Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.

Primera…
La comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, es el único órgano del cuerpo con esa propiedad, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro según las circunstancias.

¿Significa eso que el corazón puede influir en nuestra manera de pensar?
Puede influir en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras reacciones.

Segunda conexión…
La información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.

Tercera…
La comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a través del ritmo cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo.

Cuarta…
La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico.

¿Y se ordena con las emociones positivas?
Sí. Y sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón.

¿A qué conclusiones nos llevan estos descubrimientos?
El circuito del cerebro del corazón es el primero en tratar la información que después pasa por el cerebro de la cabeza. ¿ No será este nuevo circuito un paso más en la evolución humana?

¿…?
Hay dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es armoniosa, de ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos. La otra es desordenada, con ondas incoherentes.

¿Aparece con las emociones negativas?
Sí, con el miedo, la ira o la desconfianza. Pero hay más: las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es decir, que el corazón arrastra a la cabeza. La conclusión es que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente.


Ya ve, el cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.

Parece ciencia ficción.
Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.

Pues parece que nadie lo utilice…
Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de personas.

¿Y cómo puedo activar ese circuito?
Cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el prójimo, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el coraje…

¿Santos las 24 horas?
Es la práctica de pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse del espíritu de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo y el ansia de dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el ser humano porque nos han servido para sobrevivir millones de años.

¿Y cómo nos libramos de ellos?
Tomando la posición de testigos, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir bien. Debemos aprender a confiar en la intuición y reconocer que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en lo que ocurre en el exterior, sino en nuestro interior.

Ya.
Cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con sencillez. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer.

http://www.lavanguardia.com

Inma Sanchís

Vulvas que la naturaleza nos regala

Sensualidad y belleza: Unas sugerentes fotos de paisajes que la Naturaleza nos regala:

 

 

 

Carta a un amigo

No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y buscarlas junto a ti. No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro. Pero cuando me necesites, estaré allí. No puedo evitar que tropieces. Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas. Tus alegrías, tu triunfo y tus éxitos no son míos. Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. No juzgo las decisiones que tomas en la vida. Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides. No puedo impedir que te alejes de mí. Pero si puedo desearte lo mejor y esperar a que vuelvas. No puedo trazarte límites dentro de los cuales debas actuar, pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer. No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parte el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo. No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser. Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo. En estos días ore por ti… En estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas. Soy una persona feliz: tengo más amigos de lo que imaginaba. Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran. Es lo que siento por todos ellos. Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme. Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos, sea en la alegría o sea en la serenidad, en estos días pensé en mis amigos y amigas y, entre ellos, apareciste tú. No estabas arriba, ni abajo ni en medio. No encabezabas ni concluías la lista. No eras el número uno ni el número final. Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida. Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista. Basta que me quieras como amigo. Entonces entendí que realmente somos amigos. Hice lo que todo amigo: Ore… y le agradecí a Dios que me haya dado la oportunidad de encontrar a alguien como tú. Era una oración de gratitud: Tú has dado valor a mi vida…

«Carta a un amigo». Borges.

 

El sueño de las Hadas:

Lo que vales

Algo para recordar que somos valiosos, que los días grises dejan paso a primaveras de soles, que la apatía también se extingue, que la luz inunda, cíclica, como las crecidas de los ríos, sobre lechos fértiles de limo fresco. Pra tí, para hoy…

 
LECHO RIO

Un profesor enseña un billete de $100 a sus alumnos y les dice: «¿A quién le gustaría tener este billete?» todos los alumnos levantan la Mano.

Él arruga el billete y les pregunta de nuevo: «Ahora, ¿quién lo quiere?» Las manos suben de nuevo.

Él lanza el billete arrugado en el suelo, lo pisa y vuelve a preguntar: «¿Aún lo quieren? »

Los alumnos responden que sí y levantan la mano.

Entonces los miró y les dijo:

«Amigos míos, ustedes han aprendido una lección muy importante el día de hoy: Aunque he arrugado el billete, lo he tirado y lo he pisoteado ustedes quieren todavía el billete, porque su valor no ha cambiado, sigue con un valor de $100.
Muchas veces en la vida, te ofenden, personas te rechazan y los acontecimientos te sacuden. Sientes que ya no vales nada, pero TU VALOR no cambiará NUNCA para la gente que realmente te quiere. Incluso en los días en que estés en tu peor momento, TU VALOR SIGUE SIENDO LO MISMO».

Los alumnos aplaudieron emocionados…

No dudes nunca de tu valor… Siempre valdrás mucho para las personas que te quieren. NUNCA pero NUNCA valdrás menos, aunque así lo sientas.

 


La incomprensible crueldad humana

Una mirada sensible sobre la barbarie ejercida y consentida desde eso que llamamos «humanidad». Un artículo imprescindible de Benjamín Recacha. Una reflexión sobre la hipocresía del perverso sistema: dominadores y dominados. Y una pregunta abierta.

la recacha

Viñeta Forges - Malditas guerras

No iba a escribir sobre esto. Llevo días en que no me apetece asomarme a la realidad informativa porque las náuseas que me produce son tan grandes que correría el riesgo de salpicar de vómito la blogosfera entera.

Me paso la vida enganchado a la radio, escuchando música, programas magazine, informativos y tertulias; incluso el carrusel deportivo de vez en cuando. Pero hay épocas en que mi nivel de saturación de porquería llega al límite de lo soportable y tengo que descansar. Ahora estoy en uno de esos momentos, así que escuchar a cualquiera de los indecentes que nos torea desde su trono puede desencadenar en mi interior la reacción que llenaría vuestros blogs de tropezones. Es decir, que si en mi transistor (bueno, no, que ahora ya escucho la radio con el móvil; hay qué ver la tecnología) aparece la voz de cualquier subhumano perteneciente al PP o…

Ver la entrada original 909 palabras más

Sobre la belleza y la mesa

Es una obra muy buena. Es mediocre. Es preciosa. Es horrible. Expresiones fáciles de emitir que se pronuncian sin conocer su significado exacto, sentencias ampulosas dignas de Zarathustra. La belleza y la calidad son conceptos trillados, manipulados en discusiones que se zanjan con un simple “tal cosa te gusta o no te gusta” o con un lapidario “sobre gustos no hay nada escrito”. Y nada más falso. Sobre gustos se han escrito millones de líneas, infinitos artículos, volúmenes enteros que explican que las cosas no son bellas porque las veamos como tales, son bellas por sí mismas. Pero el mundo contemporáneo y global recoge la herencia de siglos de culturas diversas y vive abrumado en la civilización del “todo vale”. Por eso, ahora más que nunca es necesario replantear el concepto de belleza, porque crear –y el hecho de poner la mesa puede ser un sofisticado acto creativo a la vez que artístico- requiere un cierto sentido estético.
BOTICELLI
La belleza, según una antigua definición, es una propiedad que tienen algunas cosas que las hace ser amadas infundiendo deleite espiritual. Pero, ¿cuáles son esas propiedades y cualidades concretas que generan admiración y deseo hacia determinados objetos o seres y provocan repulsión hacia otros? ¿Son objetivas y demostrables? ¿Existen en la realidad? Como siempre, fueron los antiguos griegos los primeros en intentar responder a estas preguntas, aún sabiendo que la percepción varía según las personas, que existen distintos gustos desde el momento mismo del nacimiento, que hay quien prefiere la fresa al melocotón, quien opta por el azul en lugar del rosa y que las inclinaciones estéticas difieren no sólo según las personas sino también según la época, la geografía o incluso la edad.
Pero sí. Existen unas características comunes a cualquier objeto bonito. Como punto de partida, decían los clásicos que algo bello debe poseer integridad, estar completo, ser una unidad. No hay belleza en la fractura, en lo inacabado, lo mutilado o lo imperfecto. Una cara bonita se estropea con una cicatriz; un cuadro con una mancha o una laguna.
Explicaban también que un objeto bello debe ser verdadero, auténtico, porque el arte, cualquier arte, es la expresión de una idea y la obra de arte tiene que representar sinceramente la idea que quiere expresar. El objeto a describir podrá ser feo, pero si está bien realizado el
resultado estético será bello. Sin embargo, si el artífice no dispone de las herramientas o de la técnica necesaria para expresar con sinceridad lo que quiere decir, su obra será mala, insincera y falsa. Y no hay belleza en la mentira.
Una obra bella también será clara. Poseerá un orden propio con la que podrá entenderse en el todo y en sus partes, y cualquier elemento que enturbie esta claridad, ese orden, la afeará. La claridad es una cualidad de la inteligencia: la claridad es resplandor y luz propia; sin claridad, la comprensión se complica. Y no hay belleza en lo farragoso, en el desorden, en la suciedad o en el caos.
La obra bella deberá tener armonía entre las partes y respecto al todo, ser proporcionada, también entre sí y en el todo. Los elementos desproporcionados o mal colocados producen desconcierto y no hay belleza en la enemistad o en la discrepancia. La belleza, por tanto, es integridad, es verdad, es claridad y es orden. Por eso decían los antiguos que lo bueno es bello, que la belleza es bondad.
Estos conceptos son fáciles de entender ante un cuadro, un texto o una sinfonía, pero aplicar ideas tan profundas al humilde hecho de poner la mesa puede parecer algo pretencioso. Pero no lo es, porque se trata de embellecer un acto cotidiano. Una mesa bella tendrá, pues, los elementos necesarios para comer un determinado menú dispuestos con higiene, orden y sentido práctico. Estarán colocados con armonía, combinando colores, materiales y proporciones con sensatez. No habrá objetos innecesarios que compliquen el comer y conversar, como centros de mesa demasiado altos, velas en un almuerzo o flores muy olorosas. Una mesa bien puesta será un escaparate a través del cual los comensales podrán intuir, a primera vista, el tipo de menú. Podrá ser clásica o moderna, abigarrada o minimalista, exquisita o popular sin que una sea mejor que la otra, porque hay belleza en lo clásico y en lo moderno, en lo abigarrado y en lo mínimal, en lo exquisito y en lo popular.

 

Anteriores Entradas antiguas