Cuentos y relatos
RESACA DE…
Unos días de verano bastaron para sentir la plenitud. A la vista de los datos, ella, socióloga pensó que aquella era una buena hipótesis de partida: La inmensidad de las montañas del idílico paisaje, era directamente proporcional a la intensidad de aquel encuentro poderoso.
Él huía de una asfixiante relación, desmoronada por el tiempo, minada de reproches, desconfiada de mentiras
Ella se abría al viento de la vida una vez más. Limpiaba sus posos oscuros, con el deseo de vivir, con el pesar de lo que no fue, con la valentía de acoger el cambio.
Se habían mirado con el brillo de la curiosidad. Una mañana de excursión, él posó su mano sobre la de ella. Fue bienvenido. Un gesto tierno que encontró la calidez de ella. Ambas manos permanecieron unidas por kilómetros de carretera, jugando con caricias improvisadas.
Fue el principio de un ascenso vertical. Ambos escalaron las cimas más altas inimaginables, sorprendentes.
La sonrisa iluminó sus rostros; la pasión prendió sus cuerpos; la ternura acarició sus almas.
Fue real. Recorrieron los bosques de sus oscuridades y descubrieron primaveras multicolores. En el lago calmo de aguas turquesa navegaron ilusión, solearon alegrías.
Volaron libres en la alcoba de sus noches. La ciudad eterna de canales bulliciosos les mostró sus más íntimos rincones.
Bebieron el néctar que embriagó sus ilusiones. Y apuraron sus copas en el aeropuerto madrileño.
La rutina apagó sus luces. Tempestades rompieron sus lazos.
La resaca de tanto amor selló sus gargantas de silencio.
«EL NECESER NEGRO»
Hacía ya algunos meses que él tenía una nueva casa. Ella se peguntaba cuando la invitaría a conocerla. Se imaginaba un delicioso fin de semana en aquel lugar precioso de la sierra con vistas al monte. Imaginaba paseos y lunas; ternuras y deseos; caricias y risas. Pasó el verano. Pasó el otoño. Un día frío de noviembre aquel hombre la propuso ir. Una visita rápida: él tenía que recoger algo, un documento importante, le dijo. A ella no le importaba la causa. Se alegró de esa improvisada invitación. Solo disponían de dos horas. Le hacía mucha ilusión conocer ese espacio novedoso. Conducía embriagada de serotonina por una carretera serpenteante. El paisaje se le antojaba precioso. El hombre viajaba amable en el asiento delantero, a su lado. Se imaginó estrenando un lugar nuevo, llenando de energía aquel espacio aún por descubrir. Hacía frío en aquella casa coqueta. Ella estallaba de alegría… se conformaba con tan poco!
Ahora, recordándolo, se da cuenta de tantas situaciones desbordadas en su fantasiosa imaginación. Por el anhelo profundo de un amor imposible.
Gozó de aquella visita con la ilusión de aquella niña que fue. Esa niña que despertaba cada día de Reyes con la emoción de descubrir (sabiendo que era lo mismo que el año anterior), qué le habrían dejado en sus zapatos aquellos seres mágicos. Para ella, en exclusiva.
Intuía que no era la primera invitada, pero quiso sentirse especial. Tenía la capacidad de trasmutar cada momento compartido con él, en espacios de tiempo únicos. Ese era su momento y quiso aprovecharlo, gozarlo para sentirse viva.
Allí, bajo capas de edredones y forros polares se expandió en halos multicolores de aromas intensos y sensaciones livianas.
Agotado su tiempo, sin querer, como ocurren estas cosas, lo vio sobre la repisa del lavabo: un neceser de mujer, testigo mudo de lo temido. Olvidado allí también sin querer. Los fantasmas temidos acudieron a su mente: ¿Acaso sería aquel objeto el verdadero motivo de aquella visita inesperada y rápida? Quizá, reclamado por su dueña, él, solícito fue hasta allí para recogerlo y devolvérselo…Tenían que regresar, el tiempo se había consumido. En el último instante él, guardó aquel neceser en su bolso mientras ella, la fantasiosa niña que fue, la mujer que le amaba, tragó saliva y mantuvo el tipo. Guardó silencio y miró por la ventana. Pero la imagen ya se había grabado en su memoria…. Era un neceser negro.
CUENTO DE AMOR Y ESPEJO
Cada mañana el espejo le devolvía una imagen de sobra conocida, últimamente sin sobresaltos, algunas tímidas canas asomando en su cabellera y cierta placidez lograda a partir de años de descubrimientos, de experiencias, de formación, de esfuerzos, de triunfos, de frustraciones de subidas y bajadas, de pasiones y equilibrios .Le resultaba cómoda, aquella imagen serena, que instalada en sí misma desde hacía algún tiempo, estaba a punto de desaparecer, aunque, eso, ella aún no lo sabia.
Un día de primavera, el espejo le enseñó el brillo que desprendía su mirada, el verde ahora más intenso de sus ojos, las pupilas dilatadas y vió ilusión, sintió una energía revitalizadora recorriendo su cuerpo, quiso saber más, recuperó el interés por mirar dentro de sí misma, sintió que había mesetas por descubrir y una nueva sensación de curiosidad se apoderó de ella, llevándola por interesantes paisajes, mundos interiores, conocimientos y aprendizajes. Alguien especial se había cruzado en su camino, pero ésta vez estaba segura, llena de amor a sí misma, con algunas cosas en la mochila para aportar, para intercambiar como parte de sí …Y con éste equipaje de partida se embarcó en un viaje sin retorno. No fue necesario pensarlo, deseó hacerlo desde el primer momento, sintió con una fuerza arrebatadora y desconocida hasta ahora, que estaba segura, que era él el hombre que le acercaba el destino en aquel preciso momento de su existencia y desterró el vértigo; abandonó el muro de autoprotección, se sintió ligera y fuerte y recorrió unos primeros tramos, bellos e intensos, abierta a todo el conocimiento que, inconscientemente, ella atraía hacia sí misma y toda la ternura de atardeceres compartidos, de conversaciones para la desnudez del alma, del sexo elevado a infinitas potencias en escaladas compartidas, de tranquilos valles de comunicación energética y despertares de cálidos abrazos. Todo le llegaba adentro, traspasaba sus filtros imaginarios y profundizaba en su alma.
Se miró en el espejo y se sintió feliz, supo que le amaba
El viaje continuó y algunas estrecheces del alma vinieron a acompañarla de ausencias y tomó distancia para mitigar el dolor frente al espejo: miró en su interior y vió un amor inmenso, resistente a los vapuleos de variables hostiles, sorprendentes capacidades de transformación, exquisita sensibilidad para percibir y sólidas herramientas de afrontamiento, que rápidamente desempolvó para escalar por encima de incertidumbres de sufrimiento y reconfortarse en la fuerza del amor que emanaba. No quiso ocultarlo, sabía que le amaba.
Hoy camina, y en el espejo del alma, la incertidumbre se vuelve esperanza, sabe que le ama y quiere amarle y también sabe que se ama a sí misma, que tiene mucho para dar, mucho por recibir, que las variables del destino son caprichosas, Que quiere atraerle con a misma fuerza de lo que ella emite, por lo que ella es y como es, con su fuerza interior, con sus debilidades, con sus curiosidades, con sus capacidades y con su esencia, que el espejo travieso, a veces le oculta.
NO HAY DOS DÍAS IGUALES
Abro los ojos, miro el reloj y con una mano perezosa apago el despertador. Me duermo de nuevo. Me despierto y ya es muy tarde.
Es uno de esos días fatales en los que se nos pegan las sábanas y los ritmos explotan. Las tareas cotidianas se convierten en malditas: una carrera en vano hasta la parada del autobús de “y media”, que vemos marcharse mientras con la cara desencajada y el brazo agitado, gritas “mierda” para tus adentros y te resignas a esperar el próximo bus, que tarda una eternidad y cuando por Finn, llega, atiborrado de gente, el tráfico elevado a potencias inexplicables, ruge su euforia… Así que, llegas al trabajo tarde, sintiendo esa especia de vergüenza del dormilón, inventando una excusa más o menos creíble.
En el lavabo descubres tu aspecto: unas ojeras cuelgan bajo los ojos y una palidez blanquecina asfixia las mejillas…el pelo lacio y apagado, la ropa sobada (es la misma de ayer)… ¡deplorable! Reparas en esos kilos de más que precisamente hoy descubres y te sientes incómoda y vulnerable.
Hoy el jefe es más borde, más autoritario; la secretaria más vulgar, se deleita comentando la última tendencia en peinados o el maquillaje “ideal” de alguien innombrable.
El teléfono me acribilla los oídos con su ridículo pitido. Un usuario me hace una pregunta, cuya respuesta no resulta de su agrado y toda su apariencia de hombre cortés se rompe, tornándose pura grosería.
El chiste del “graciosillo” hoy tan incendiario, ¿por qué no cerrará la boca?… ¡Todo es una estupidez! Me siento fuera de éste círculo, imagino mi vuelo. Es un día de poco trabajo, lo cambiaria por un intenso ajetreo. Siento dolor de cabeza y sequedad en la garganta. Es la vez nº 27 que miro el reloj… “hasta mañana”.
Ya de vuelta en casa ordeno la cocina y mi cuarto, arreglo mi ropa, mis libros, mis cajones. Una cena ligera y un perder el tiempo delante del televisor, con el mando a distancia entre mis dedos en un afán quijotesco de encontrar algo soportable… luego el sueño se hace esperar…
Y al día siguiente recupero el “ritmo normal”, madrugando, tomando ese autobús de “y media” y llegando al trabajo discretamente arreglada, segura, dispuesta a hacerle frente al mismísimo diablo. Hay mucho movimiento, el jefe resulta hoy más agradable, el graciosillo cuenta un chiste mejor, la secretaria no abre la boca, el pelota merece mi compasión. Luego, camino de casa, paso por el mercado, compro flores y frutas; más tarde cocino, riego las plantas, disfruto de las llamadas de amigos, de la deliciosa cena y de alguna película. La ducha reparadora, los dientes frescos, la sugerente lectura y ese sueño que me vence, me abandono en el abrazo de Morfeo.
Jul 25, 2012 @ 21:53:26
La inspiración autobiografica, sensaciones en muchas ocasiones compartidas, hacen de tus textos, lecturas muy cercanas y vividas
Dic 05, 2012 @ 16:36:18
Te aseguro, Yolanda, que es tal y como millones de personas viven la vida y no se dan cuenta. La sencillez de encontrar en el mismisimo ritmo cotidiano la belleza de las cosas.
Mar 17, 2014 @ 14:33:10
Cálido y transparente, real y sensible…transmites mucho!!!
Enhorabuena amiga!!!