La ausencia de juicio favorece la liberación del trauma

 

«Los traumas se liberan si son escuchados sin juicio»

Mike Boxhall es un terapeuta craneosacral con una sensibilidad exquisita y una inmensa sabiduría. Sus manos sanan en lo más profundo.

ENTREVISTA A MIKE BOXHALL

Por: Silvia Díez

    Sus manos son tan grandes en la realidad como poderosas cuando se posan sobre sus pacientes. A través de ellas asegura poder escuchar el alma de las personas que, según nos cuenta, se expresa siempre en el cuerpo de estas. Y la escucha profunda las transforma.

    Mike Boxhall, psicoterapeuta y terapeuta craneosacral británico con una amplia trayectoria, expresidente de la Craniosacral Therapy Association (CTSA) del Reino Unido, hace 15 años que pasa la mayor parte del tiempo viajando por Estados Unidos, Sudamérica y Europa para enseñar su particular técnica de contacto a terapeutas craneosacrales.

    Una forma de trabajar que llenó durante años su consulta de parejas que buscaban resolver su infertidad y que lo ha convertido en «abuelo» de más de cincuenta niños.

    Mike Boxhall, psicoterapeuta y terapeuta craneosacral

    Dibujo: Vicente Ruiz

    Su técnica se enraiza en la terapia craneosacral, un método desarrollado por el doctor estadounidense Andrew Taylor Still, que descubrió que los huesos del cráneo, el cerebro, la médula espinal y las meninges están conectados con el sacro y en todos ellos existe un movimiento rítmico impulsado por el fluido cerebroespinal. Este ritmo expresa los desequilibrios del organismo.

    Pero Mike Boxhall, que se nutre también del psiquiatra Carl Gustav Jung y se asienta en el budismo, después de años de práctica ha llegado a sus propias conclusiones sobre la vida, la enfermedad y los misterios que las conforman.

    —¿Cómo se define?
    —Me gusta verme a mí mismo como un puente entre la ciencia y la sabiduría ancestral. Soy psicoterapeuta y terapeuta craneosacral; es decir, trabajo con la mente y con el cuerpo. Soy también el puente entre ambos y me gusta contribuir a que las personas descubran e integren la espiritualidad en su cuerpo.

    Se habla mucho de espiritualidad sin tener en cuenta que cualquier experiencia espiritual tiene lugar en el cuerpo y corresponde a una sensación. La espiritualidad es ante todo una experiencia sensorial, de lo contrario estaríamos ante un concepto, hablaríamos de ella, pero sin saber realmente qué es.

    —Y este asentamiento de la espiritualidad que usted propicia, ¿es realmente sanador?
    —La sanación tanto del cuerpo como de la mente y el alma es el resultado de la completa aceptación, lo más fácil y lo más difícil a la hora de vivir. Lo digo muy a menudo: no hay ningún sitio al que se tenga que ir, todo está en su sitio, solo tenemos que despertar. Buscando la felicidad, nos alejamos de ella.

    Solo hace falta presencia y quietud. La quietud es un estado en el que somos conscientes de lo que está ocurriendo sin dejarnos atrapar por ello ni apegarnos. Lo que yo facilito es que las personas entren en contacto consigo mismas y vean quiénes son, de dónde proceden…

    Y en el núcleo de mi trabajo está la integración de los principios femenino y masculino, tal y como fueron definidos por Jung. No estoy hablando de géneros. Lo femenino y lo masculino solo pueden ser integrados mediante la confianza.

    Se dice que el pensar es masculino y la intuición es femenina. El mundo en todos los ámbitos –y también en la medicina– tiene exceso de masculino y ha ido suprimiendo lo femenino. En estas condiciones nunca podremos sentirnos ni completos ni equilibrados.

    El trabajo espiritual significa también para mí reequilibrar estos dos principios y regresar a la sensación de plenitud.

    «Todo parece conducir hacia una misma dirección: honrar el corazón, cuya máxima expresión es la confianza y no la búsqueda».

    —¿Y cómo podemos recuperar el equilibrio; es decir, recuperar nuestro aspecto femenino?
    —Se trata básicamente de rendirse, de entregarse. Se trata de abandonar los procesos que tienen lugar en la cabeza para permitir que emerja la Inteligencia con mayúsculas, una Inteligencia localizada en el corazón.

    Es aprender a funcionar con el corazón, que es la fuente de sabiduría auténtica –sofía en griego–, acompañados por el cerebro, pero de una forma más equilibrada. Actualmente los científicos cuestionan la soberanía del cerebro y son muchos los que aseguran que es el corazón quien nos dirige.

    Todo parece conducir hacia una misma dirección: honrar el corazón, cuya máxima expresión es la confianza y no la búsqueda. Cuanto más dejamos ir, más cerca estamos de la Inteligencia misma, que es la fuente del universo.

    —¿Y esto es la salud?
    —Absolutamente. Mi trabajo es un viaje emprendido entre dos o más personas a un nivel del ser donde no hay enfermedad. Cuanto más capaces somos de rendirnos, de deshacernos de corazas y de aceptar lo que somos, más cerca estamos de la fuente de Todo.

    Y al visitar o tocar este sitio tan profundo, entonces, según mi experiencia, es posible regresar a tu vida cotidiana sin que vuelvan tus patologías contigo. Es un renacimiento en el presente porque descubres una dimensión más profunda de ti, tu esencia, lo que eres en realidad.

    Y para mí en eso consiste el trabajo espiritual: no se trata de ir en busca de un objeto, sino de recuperar el sujeto que eres.

    —Uno de sus lemas, y algo que repite a sus alumnos, es: «Deja que el trabajo haga el trabajo».
    —Sí. La mayoría del conocimiento acaba siendo una limitación. Así que yo regreso al «no sé». Los científicos aseguran que el 90% de nuestras patologías surgen del estrés, que toma forma a nivel físico y psicológico. Después alguien viene, lo etiqueta y acaba tratando la etiqueta, olvidándose de la persona.

    Embarcarse en una travesía espiritual significa entrar en lo desconocido y en lo ilimitado, y eso puede asustar porque no sabemos lo que estamos haciendo. Es lo que enseño a mis alumnos: ningún objetivo, y aprender a confiar en el proceso. Si supieras a dónde vas ya sería una limitación.

    Muestro que me puedo dejar ir, y ¿qué es lo que suelto? Mis limitaciones. Mi pequeño «yo» para acercarme a lo infinito. No hay éxito ni fracaso, no hay copas de plata, solo hay aprendizaje y expansión de la conciencia.

    —¿Y cuál es, en concreto, el papel de la terapia craneosacral en este trabajo espiritual?

    Dibujo: Vicente Ruiz

    —La terapia craneosacral es una forma muy bella de entrar en contacto y de establecer una primera conexión con el cuerpo, pero después voy más allá y me digo: «No sé. Yo confío». Y allí empiezan a suceder cosas…

    Pongamos que trabajo ahora con Diana, que está aquí con nosotros. Estaría en contacto físico con ella, pero mis manos no son emisoras, sino que simplemente reciben a la persona. Las dos grandes necesidades de un ser humano son ser sostenido y ser escuchado. Y casi nunca las tenemos cubiertas.

    Mi trabajo simbólico se basa en sostener y escuchar a la persona a través de mis manos.

    —¿Es importante colocar las manos en el sitio adecuado?
    —No es relevante el lugar donde se colocan las manos en el cuerpo de la persona porque no trato órganos ni partes, sino que sostengo el Ser.

    Y a medida que ese Ser se siente escuchado, sin ser juzgado ni analizado –lo que en muchas ocasiones es algo extraordinario para él–, entonces empieza a confiar en que está bien tal como es y puede encontrar el coraje suficiente para adentrarse de forma profunda en su sufrimiento.

    El paciente confía en que va a seguir siendo sostenido aunque visite sus lugares más oscuros y se permite a sí mismo explorarlos. Lo mágico es que esos traumas enterrados durante años, ahora escuchados y recibidos sin juicio, se sueltan, aquello contra lo que se han pasado la vida reaccionando de pronto desaparece por el simple hecho de ser atendido.

    —Se puede decir que el cuerpo le cuenta su historia…
    —No sé cuál es la historia porque esto sería una limitación. Lo que sepa siempre será una limitación en el proceso. Lo importante es lo que siente la otra persona, el paciente. Yo animo a mis alumnos a crear las condiciones para que el paciente se empodere y tome conciencia de sus patrones habituales de comportamiento. Pero incluso bajo esas condiciones hay historias.

    Una mujer que estoy tratando actualmente tenía unos cuatro años cuando cogió el teléfono tal y como cogen las niñas el teléfono a esa edad, descolgando rápidamente y diciendo: «Hola». Entonces una voz le dijo: «Deberías ir a buscar a tu madre porque tu padre ha sido asesinado».

    A lo largo de los años siguientes fue perdiendo audición gradualmente y ahora está totalmente sorda. Limitó su escucha debido a este episodio. Estoy ahora trabajando con ella y espero que también, de forma gradual, vaya mejorando, pero ya veremos.

    —¿Qué es lo que nos enferma?
    —Creo que en buena medida tiene que ver con no estar presentes y estar atados a asuntos no digeridos que continúan fermentando dentro de nosotros. La tendencia a castigarnos cuando no somos perfectos, una energía que nos mantiene atrapados en la insatisfacción.

    Y el cuerpo encuentra la manera de expresar su descontento, su sufrimiento o el trauma vivido, que puede no ser propio sino de los padres y también puede afectarnos. La solución pasa por regresar al presente, donde la causa de este sufrimiento ya no existe, y responsabilizarse en lugar de seguir en el papel de víctimas.

    En ese momento de consciencia presente se encuentra la posibilidad de abrir una puerta para soltar lo que nos atormenta. Simplemente expandiendo la conciencia se observa la transformación de las personas.

    A sus 85 años, Mike Boxhall irradia energía. Lleva 45 años como terapeuta craneosacral y psicoterapeuta, pero antes fue empresario, militar y plantador de caucho. El acercamiento al budismo y la psicología de Jung cambió su vida. Ahora busca crear un modelo coherente de terapia corporal que integre mente y cuerpo. Entre sus libros destacan Conversaciones en quietud (Ed. Advaitia, 2015), y La silla vacía (Ed. El grano de mostaza, 2012).

     

    Por: Silvia Díez

     

      La falta de educación sexual.

      La falta de educación sexual y cómo dejar la pornografía

      Por: Josep pamiés

       

      ¿Te sientes cansada de fingir haciendo el amor y sientes que lo haces por obligación?

      ¿Estás seguro de que en el sexo actúas como realmente te gustaría o te sientes condicionado?

      Hoy viene a mi web Asier González para explicarnos las consecuencias de la falta de educación sexual y dos ejercicios introductorios para empezar a dejar de ver vídeos para adultos y acabar con su influencia en nuestra conducta sexual.

      Asier González es experto en sexualidad consciente y el creador de escuela de parejas ,  la web a la que acuden todos los meses decenas de parejas para aprender a mejorar la calidad de sus relaciones.

      Y ahora, sin más dilación, te dejo que disfrutes de la lectura de todo lo que Asier González ha venido a explicarnos.

      Yo creía que el sexo era algo completamente espontáneo, que cada uno lo hacía a su manera y cómo lo sentía. No esperaba que al igual que otras áreas de la vida, pudiera estar condicionada.

      Y mucho menos que yo estuviera condicionado a actuar de cierta manera en el sexo y en mis relaciones amorosas.

      Pero la realidad es que al igual que tus valores y tu personalidad, la forma que tienes de entender la sexualidad está condicionada por la educación que recibiste por parte de tus padres, de la escuela y de la sociedad.

      Fotografía: C.B.

      ¿Te acuerdas cuando en la escuela te hablaban sobre sexualidad? O quizás, ¿ni siquiera recibiste educación sexual escolar?

      ¿Por qué los niños acuden a la pornografía?

      En mi caso, se puede decir que sí recibí educación sexual en la escuela, pero más tarde descubrí que lejos de ayudarme a entender mejor mis necesidades, la carencia de valor de la información sexual recibida en ella, me llevó a buscar en otros lados la información que en ese momento yo necesitaba.

       

      Recuerdo que, en sexto de primaria, teniendo 11 años, en ciencias tuvimos que estudiar los órganos reproductores a nivel anatómico y nos explicaron cómo se creaba la vida: el hombre introducía el pene en la vagina para dejar embarazada a la mujer.

      También nos dijeron que no siempre que el hombre y la mujer hacían ésto, se hacía con la intención de tener hijos.

      Y para cuando nos dieron esta “extensa información sobre sexualidad”, los chicos de mi edad ya habíamos escuchado palabras como: masturbarse, follar o sexo oral.

      Además, yo y muchos otros chicos de mi edad ya habíamos empezado a masturbarnos sin recibir ningún tipo de información al respecto.

      Y en el caso de las chicas, tampoco les habían enseñado a llevar de forma natural la menstruación y mucho menos a entender el creciente deseo sexual que empezaban a experimentar.

      En tercero de la ESO, cuando tenía 14 años, recuerdo que vino una chica a darnos unos talleres sobre sexualidad.

      La educación sexual que nos dio se centró en las enfermedades de transmisión sexual, el herpes, la sífilis, los peligros del SIDA y en la necesidad de utilizar siempre preservativo en las relaciones sexuales.

      ¡Y hasta ahí llegó la educación sexual para adolescentes que recibimos en la escuela!

      Resumiendo, aparte de infundirnos miedo sobre la práctica de sexo sin condón, no teníamos ni idea de cómo amar a una mujer o a un hombre, de cómo mantener una relación de pareja saludable o de cómo hacer el amor.

      Tampoco nos explicaron nada sobre psicología femenina o masculina.

      Recuerdo que en esa época me decía a mi mismo: “¿qué será eso de follar? Como todo el mundo habla de eso, tendré que ver en qué consiste por si una de mi edad quiere hacerlo y no quedar mal”.

      Y claro, como nunca me explicaron exactamente en qué consistía eso de hacer el amor o follar, lo único que encontré a mano fue los vídeos para adultos, al igual que la mayoría de los chicos y chicas de mi edad.

      Muchos niños de mi edad veíamos a escondidas vídeos para adultos en internet e imágenes sexuales en la publicidad de los periódicos.

      Y desde luego, tener como referencia de la sexualidad los vídeos para adultos tiene consecuencias que yo en ese momento, como es lógico, no podía ni llegar a imaginar.

      Además, el hecho de ver vídeos para adultos a escondidas porque sabíamos que a nuestra edad estaba prohibido, aún nos generaba más morbo y además vinculábamos la sexualidad a “algo que debe esconderse porque no está bien visto”.

       

      Fotografía: C.B.

      Consecuencias de la falta de educación sexual integral

      Actualmente, nuestra conducta sexual no solo está condicionada por los vídeos para adultos que veíamos de pequeños o por los que seguimos viendo de mayores, también por muchos videoclips de reggaetón y por muchas campañas publicitarias que constantemente nos bombardean con imágenes sexuales para que nos excitemos y compremos sus productos.

      Yo he identificado cuatro aspectos en los que nos influye la industria para adultos y una parte de la industria musical:

      1. Estereotipos físicos para las mujeres: las mujeres deben ser delgadas, muy atractivas, con senos grandes y culos muy redondeados.
      2. Estereotipos físicos para los hombres: los hombres deben tener unos músculos hiperdesarrollados y un pene grande de 18 centímetros como mínimo.
      3. Actitud de la mujer: debe ser alocada y adicta al sexo.
      4. Actitud del hombre: debe ser dominante y desahogarse sexualmente en la mujer.

       No es de extrañar que, debido a estas influencias, una de las operaciones de estética más solicitadas por parte de las mujeres sea el aumento de pecho.

      Además, en España, por ejemplo, la longitud media del pene erecto de un hombre es de 13 centímetros. Muy lejos de los más de 18 centímetros de pene que suelen exhibir los actores de vídeos para adultos.

      Intentar ser como nos muestran en estas industrias, genera frustración y desigualdad entre la satisfacción sexual masculina y la femenina.

      Para poder redescubrir  la sexualidad de un modo consciente y saludable tenemos que desprogramarnos de todas estas influencias externas.

      Dos ejercicios introductorios para empezar a desprogramar la influencia de la pornografía en nuestra conducta sexual:

       Primer ejercicio: Tomar consciencia de su influencia El primer ejercicio consiste en tomar consciencia de cómo los vídeos para adultos moldean nuestra conducta sexual.

      Para ello, responde a las siguientes preguntas y reflexiona sobre tus respuestas:

      ¿Qué tipo de educación sexual recibiste?

      ¿Cómo viviste sexualmente tu adolescencia?

      ¿Te sientes cansada de fingir haciendo el amor y sientes que lo haces por obligación?

      ¿Estás seguro de que en el sexo actúas como realmente te gustaría o te sientes condicionado por la influencia de los vídeos para adultos?

      ¿Sientes que tú y tu pareja quedáis igualmente satisfechos después de hacer el amor o piensas que alguno de los dos sale perdiendo?

      Segundo ejercicio: Imaginar cómo realmente nos gustaría actuar sexualmente Imagina por unos instantes que te sientes totalmente satisfecha/o con tu cuerpo y contigo misma/o y que nadie te juzga en la cama.

      Y ahora, responde a las siguientes preguntas y reflexiona sobre tus respuestas:

      ¿Cómo te gustaría verdaderamente actuar en la cama?

      ¿Qué es lo que crees que necesitas en una relación sexual?

      ¿Qué te gustaría que te hicieran en la cama?

      ¿Se lo pides explícitamente a tu pareja o lo tiene que adivinar?

      ¿Qué es lo que no te gusta que te hagan en la cama?

      ¿Lo soportas o lo hablas con tu pareja?

      Muchas gracias Asier González por todo lo que nos has explicado en este artículo.

      Estoy seguro que muchas personas se han sentido identificadas con todo lo que nos has contado y han realizado los 2 ejercicios introductorios que nos has regalado para empezar a desprogramarnos de la influencia de los vídeos para adultos.

      Si quieres disfrutar de más información útil para mejorar la calidad de tu relación de pareja y tu sexualidad, visita la web de Asier González: https://www.escueladepareja.com/

      El poder de los pensamientos

       

      El fascinante mundo cuántico abre una enorme y misteriosa puerta al mundo espiritual. Somos como grandes antenas electromagnéticas. Dependiendo de nuestra energía vamos a atraer a unas posibilidades o a otras, de las infinitas que nos ofrece el universo.

      La pregunta es: ¿qué señal estás tu transmitiendo al universo? Porque puede depender de ella lo que recibas. Siendo conscientes de esto tenemos la capacidad de cambiar nuestra energía,  para ello primer paso es cambiar el pensamiento, salir de nuestra rutina, de nuestro tiempo y de nuestro cuerpo.

      Fotografía: C. S.

      Imaginar situaciones deseadas es una forma muy sencilla de hacerlo ya que al imaginar nuevas situaciones, como el cerebro no tiene ojos, no sabe si lo que pensamos, soñamos o imaginamos, está pasando de verdad o no. De esa forma nos adelantamos a lo que queremos,  las funciones celulares de la felicidad se ponen en marcha: serotonina, endorfinas, dopamina…  Y co-creamos con el universo.

      Puedes crear tu propio mundo. Si el pensamiento que transmites sobre lo que quieres es bien claro y definido, lo atraerás. Podemos relajarnos, confiar en la vida, co-crear con el universo y disfrutar de nuestra existencia. Compartir e interactuar con las personas es lo que de verdad nos va a hacer felices .Somos seres espirituales y además de necesitar cosas necesitamos nutrirnos de amor, compartir y sentir paz y serenidad. insspirito / Pixabay.

      La ciencia  ha  demostrado  que el pensamiento influye contundentemente en la realidad. Este experimento es tan trascendental para la humanidad que no entendemos cómo es que en las Universidades, periódicos, radios y televisoras no están disertando sobre esto en primeras planas, para finalmente tomar la decisión más básica del mundo: educar en las escuelas básicas a nuestros niños para cambiar a un pensamiento positivo sobre su realidad, ya que son responsables de crearla.

       

      En el momento actual, se hace necesario tomar consciencia y comenzar a vivir con una actitud más responsable: pasar de ser reactivos, a ser proactivos. Para que ante la conflictividad que vivimos, seamos más adultos y reflexionemos, para elegir de nuestros pensamientos, los más positivos, los más constructivos para solucionar las problemáticas . Los pensamientos tóxicos dañan a uno mismo.   Por el contrario, si nos hacemos cargo de nuestra responsabilidad, con consciencia, construimos para un mundo mejor. Es una opción personal, si sientes que el momento es ahora.

      Extracto de:  Cómo repercute la física cuántica en nuestras vidas

      Lea más en: https://soyespiritual.com/ciencias/oficialmente-la-ciencia-admite-que-nuestros-pensamientos-crean-nuestra-realidad.html

      Fuente: soyespiritual.com

      Más conciencia = mejoro mi vida, mejoramos la sociedad

       

      En la antigua Grecia Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría. Un día vino alguien a encontrar el gran filósofo, y le dijo:
      – ¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?
      – Un momento, – respondió Sócrates – antes de que me lo cuentes, me gustaría hacerte una prueba, la de los tres tamices.
      – ¿Los tres tamices?
      – Sí,- continuó Sócrates – antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir. Lo llamo el test de los tres tamices. El primer tamiz es la verdad. ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?

      (C) Yolanda Jiménez: «Reflejos sobre el Adaja»

      – No, sólo lo escuché.
      – Muy bien. Así que no sabes si es verdad. Continuamos con el segundo tamiz, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?
      – ¡Ah, no! Al contrario.
      – Entonces,- cuestionó Sócrates – quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que sean verdaderas. Tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer tamiz, el de la utilidad. ¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo?
      – No, en serio.
      – Entonces,- concluyó Sócrates – lo que ibas contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil; ¿por qué querías decírmelo?

      Con nuestra actitud tenemos el poder de mejorar nuestra vida y nuestra sociedad.