De la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento. Del exceso de positividad al aburrimiento profundo. De la atención plena a la multiatención superficial.
El filósofo Byung-Chul Han expone y analiza la sociedad actual a través de los cambios y nuevos paradigmas que surgen. Desde un punto de vista sociológico, somos individuos integrantes de esa sociedad, así como cada uno de nuestros actos individuales o colectivos. Comparto una interesante reflexión sobre este libro, resumido por Juan Peláez:
Resumen del libro la sociedad del cansancio de Byung-Chul Han
(c) Juan Peláez

¿Tenemos una conciencia clara de lo que está sucediendo en el momento actual?
A mi me interesa entenderme y entender a los seres humanos que me rodean. Autores como Byung-Chul Han, me ayudan a comprenderlo.
El es profesor de filosofía y estudios culturales en la Universidad de arte de Berlín.
Según, el, algo que comparto, en estos momento existe un importante cambio de paradigma. Esto nos está llevando a una sociedad del cansancio.
Mantiene que los seres modernos hemos pasado por varias épocas.
- La bacterial. En la que todo se solucionaba a través del los antibióticos.
- La viral. En parte solucionada por los retrovirales.
- La neuronal. Es en la que nos encontramos. En ella las patologías están relacionadas con “ASUNTOS PSICOLÓGICOS”. Por ejemplo el TDHA, déficit de atención, Los TLP, Trastornos Límites de Personalidad, El Burn Out, la depresión.
Estas apreciaciones son interesantes para los facilitadores, terapeutas, sociólogos… todos aquellos que trabajamos con seres humanos y también, como no, para entendernos a nosotros mismos.
Vayamos por partes.
En la primera etapa, la bacterial, existía una división entre lo de afuera y lo de dentro, entre enemigo y amigo. El ejemplo más notorios es la Guerra Fría. Incluso si le damos una vuelta al vocabulario de la época era de ataque y defensa: combatir la enfermedad, eliminar al enemigo… Se trataba de repeler todo lo extraño. Incluso algo de fuera de nosotros, de nuestro grupo que no tuviese intención hostil, era eliminado por su “otredad”. En el discurso político, algo que vemos hoy en vía en partidos de ultraderecha y ultraconservadores como los que tenemos en España, sin ir más lejos, lo diverso, “el otro” diferente al “yo soy así, lo es mi entorno, lo fui y quiero seguir siéndolo”, es considerado una agresión. Por tanto, es imprescindible eliminarlo. Posiciones que podemos ver también en lepenistas, los Estados Unidos…
La “otredad” por tanto es la característica fundamental del al inmunología.
En la actualidad empezamos a cambiar a posiciones más inteligentes desde el punto de vista social, de supervivencia e incluso de espiritualidad. Solo se repele cuando lo “otro”, se comporta de manera destructiva. Según la inmunóloga americana Poly Matzinger, el sistema biológico es más inteligente y generoso que el ser humano porque no conoce la xenofobia. Esta última es una reacción inmunitaria patológica exagerada de la sociedad que es nociva incluso para lo propio.
Esto se ha transformado en estrategias inteligente por parte de los mercados. Como lo extraño conlleva una violenta reacción inmunitaria, se cambia su denominación a “exótico” y así el turista lo recorre, el consumidor lo consume.
Este paradigma inmunológico, no tiene sentido en un mundo globalizado. Se opondría a la disolución de las fronteras. Es más, desde el punto de vista ecológico, añado, la diversidad se considera una riqueza. Los desastres de los monocultivos son una prueba de ello. Un bosque con mucha diversidad es creador de vida y tiene más posibilidades de sobrevivir a los cambios o a las catástrofes. Al igual que cualquier conjunto social.
Lo otro, en esta concepción es lo negativo y entra en lo propio, que perece o cree morir si no niega, rechaza, anula, mata lo diferente.
Incluso, por poner otro ejemplo, las vacunas siguen esa lógica de la negatividad. Se insertan fragmentos de lo otro para provocar una reacción inmunitaria. Es una autoviolencia para protegerse de una violencia mayor.
En la actualidad vivimos momentos de exceso de positividad. Y según Byung, la violencia no solo viene de la negatividad entendida como hemos explicado, sino también de lo idéntico. Porque lo idéntico no implica la creación de anticuerpos. No fortalece las defensas del organismo. Por tanto existe una sobreabundancia de lo idéntico. Ya ni siquiera es la etapa siguiente, lo viral. Nos encontramos más alla. Por tanto la inmunología en este momento social no nos ofrece tampoco soluciones.
Aparecen el agotamiento, la fatiga, la asfixia como reacciones inmunológicas sociales. Entramos de lleno en la violencia neuronal.
Para entenderlo mejor Byung cita en su libro a Baudrillard.
En una primera fase el enemigo es como un lobo. Para defendernos ponemos fortificaciones y muros.
En una segunda fase son las ratas y los escarabajos que operan en la clandestinidad. Se las vence con medidas higiénicas.
Pero la etapa viral, el enemigo, lo otro se infiltra en el corazón del sistema, por todas partes y penetras en todos los intersticios: terrorismo, enemistad…
Más allá de todo esto la violencia de lo idéntico está en un espacio libre de negatividad. Todos somos iguales, todos tenemos las mismas posibilidades, cada unos de nosotros puede ir al rendimiento más alla de cualquier límite… Y esto conlleva “infartos neurológicos” y por tanto las enfermedades psicológicas de las que menos hablado.
Incluso para seguir entendiendo el proceso cita a Foucault que habla de la sociedad disciplinaria: hospitales, prisiones, cuarteles, fábricas… Con lemas como el “no se puede” “se debe”…Espacios que dividen lo normal de lo anormal. Hoy ya hay gimnasios, aviones, torres de negocios, centros comerciales… Y por tanto se ha pasado de la disciplina, al rendimiento, de sujetos de obediencia a sujetos de rendimiento. Su frase insignia es el “Yes we can”.
Los proyectos, la iniciativa, la motivación… reemplazan al mandato y la ley
La negatividad produce locos y criminales. La positividad depresivos y fracasados.
Porque en lo positivo, se trata de que cada uno alcance la máxima producción posible. ¿Dónde está el límite? Nike en una de sus frases publicitarias dice “There is not finish line”, nunca hay tope. Los beneficios deben crecer siempre, los accionistas han de incrementar de manera constante y exponencial sus beneficios, el trabajador alcanzar metas y metas cada vez más altas… es una filosofía del mercado ultraliberal. Un mundo sin fronteras donde el consumo crece de manera permanente e ilimitada.

Otro pensador Alain Ehrenberg, mantiene que la depresión actual es el resultado de quien no está a la altura. El ser humano se cansa del esfuerzo de volverse él mismo. Este es, según este pensador, uno de los fracasos del hombre postmoderno.
Lo que enferma no es el exceso de responsabilidad, sino el mandato del permanente estado de rendimiento al que obliga la sociedad. Es necesario ser proactivo, empático, autogenerador de empleo, equilibrado, buen trabajador, fiel a empresas que no lo son con sus trabajadores, fundidos con ideales que no se comparten…
El hombre depresivo es el “animal laborans” que se explota a si mismo, de manera voluntaria. Es a la vez su víctima y su verdugo. En una esquizofrenia perversa.
El sujeto productivo se encuentra en guerra contra el mismo. Y los depresivos son los que han quedado inválidos en esta contienda interior.
La supresión aparente del dominio exterior no conduce a la libertad. Permite solo que la libertad y la coacción coincidan. Esto es mucho más eficiente que la explotación del otro, porque esta acoplado a un sentimiento de falsa libertad. El explotado es el explotador.
Todo este ceso de positividad, implica un exceso de estímulos, de informaciones, de impulsos. La multitarea. Que el autor mantiene que es una habilidad salvaje. Es una herramienta de los animales para poder sobrevivir. La cebra tiene que beber y al mismo tiempo mantener una alerta permanente para estar atenta al ataque de cualquier felino. Por tanto parece que la sociedad se acerca cada vez más al salvajismo y por eso el acoso laboral adquiere dimensiones pandémicas. Porque los logros culturales a los que pertenece la filosofía y yo añado la espiritualidad, la conexión con la esencia de lo que cada uno en verdad somos, conlleva atención profunda y contemplación.
Ahora se reemplaza estos dos elementos citados por la hiperatención. Por un cambio de foco permanente entre diferentes tareas, fuentes de atención, procesos, lo que conlleva un poco tolerancia ala hastío, al aburrimiento que tiene importancia en el proceso creativo.
Otra consecuencia de todo lo anteriores s que se pierde la “comunidad de la escucha”. Porque esta se basa en una profunda y contemplativa atención.
En una cita de Nietzsche “por falta de sosiego la civilización desembarca en una nueva barbarie”.
Ahora nada es constante y duradero. El yo tardomoderno está aislados. Esto conlleva nerviosismo e intranquilidad.
La vida contemplativa propone una pedagogía del mirar y del no reaccionar de inmediato ante el impulso.
El sujeto tardomoderno se mueve entre en las máximas de la libertad y la voluntariedad aparente de lo que lleva a cabo lejos del deber y de la obediencia. Es su propio empresario.
Esta falta del otro también lleva aparejada la crisis de la gratificación. Porque la gratitud implica la instancia del otro. El alcanzar los objetivos es lo que produce placer. El ser humano compite consigo mismo hasta que llega a derrumbarse y aparece el “burn out”, el trabajador quemado. Se mata a base de autorealizarse. Coinciden la autorrealización y la autodestrucción. Acaba por tanto desazonado y por tanto depresivo.
Estas reflexione me han parecido muy ajustadas a situaciones que vivimos en la actualidad en el mundo del trabajo e incluso de la amistad y la familia.
Como he mantenido en otros artículos, sin un cambio consciente de cada uno de nosotros, sin una transición importante hacia una inteligencia espiritual en la que la ética rija nuestro interior y las acciones para con los demás, el futuro será de “infartos psicológicos” cada vez más frecuentes e irreversibles ¿Qué deseas hacer para cambiar esto?
