Un juego alterno de bastones y extremidades. Cada paso, un desafío de gravedad. El precipicio ofrecía ligereza.
Ella avanzaba despacio. Eolo habitaba el collado. Reclamaba su tributo con hambre de mochilas repletas: apegos, decepciones, grietas antiguas, penas puntiagudas, engaños reales o sospechas imaginadas. Todo comestible. Inseguridades comprimidas en barritas energéticas para no sucumbir al desmayo.
Puso toda su atención en el destrepe, desafiando el abismo bajo sus botas. Miró hacia abajo, no más allá del borde de los guetres. Un paso en falso y sería alimento de carroñeros. Los fantasmas sobrevolaban el cañón.
Sabía que su travesía era unidireccional, una ruta donde curtirse la madurez de su tiempo. Recordó el aplomo de sus ancestras, depositado en su ADN.
Descendió hasta su sima, llena de vacíos y nadas. Agradeció a Zeus y desnuda de pasados, recibió su regalo de lluvia. Había logrado merecer el bautismo de la montaña.
©Yolanda Jiménez. Relato finalista del concurso Relatos de altura III. Organizado por Travesía Pirenaica y publicado en su web:
https://travesiapirenaica.com/relatos-de-altura-iii-bautismo-de-altura/
©Yolanda Jiménez. Fotografía tomada en travesía. Pirineos 2023
Yolanda Jiménez. Terapeuta 