Entro al aula. Treinta y siete niños preadolescentes me miran. Me esperan muchas sorpresas. La primera de ellas es que dos alumnas me presentan al resto de su compañer@s. Han buceado en las redes y han elaborado una biografía muy completa sobre mí: lugar de nacimiento, formación, publicaciones…
Les hablo de Poesía, les pregunto sobre qué les sugiere y comenzamos a mezclarnos, a interactuar, a jugar con sus palabras espontáneas, con las mías improvisadas, con la frescura de sus edades. Les propongo dinámicas. Recortamos versos de papel con tijeras alegres. Reordenamos y reconstruimos. Damos nuevas formas y sentidos diversos a sus poemas y a los míos.
Cruzo el aula de sur a norte y de oeste a este. Me subo a una silla. Me bajo de la misma silla. Me acerco y deambulo entre un océano de ideas y la niebla de la timidez. Atrevimiento, luz, energía. Compartimos lo creado.
Una señal acústica y se precipitan hacia la salida. Les paro. Despedimos, cerramos el encuentro. Desaparecen en el pasillo del instituto a conquistar la última hora lectiva. Es viernes. Almagro luce de sol, plazas, corrales de comedias, palacios, teatros, vinos, asadillo y aromas manchegos.
Gracias a la acogida de los alumnos de 1º de ESO y a los profesores y trabajadores del instituto Antonio Calvín que interactuaron conmigo. A su director, Miguel Cecilio. A los que integran el departamento de Lengua y Literatura José Carlos, Rosario, Prado y especialmente a Aurelia Fernández, jefa del departamento, que con su trabajo y empeño, ha hecho posible este encuentro. Gracias a Ana Alvarez y a las personas previas (Vicente Ruiz) que, a través de su amable disposición facilitaron el contacto.
Después de cada encuentro, siempre se produce un intercambio que nos enriquece y nos ayuda a crecer. Que así sea y que cada interacción sea un espacio de convivencia y creación.
©Yolanda Jiménez
Fotografías de algunos trabajos poéticos realizados por los alumnos durante el encuentro.