con pasos suaves para no despertar nuestros dolores,
no despertar nuestros fantasmas, no resucitar nuestros miedos.
Benditos sean los que se dirigen con suavidad y gentileza,
hablando el idioma de la paz para no asustar a nuestra alma.
Benditos sean los que tocan nuestro corazón con cariño,
nos miran con respeto
y nos aceptan enteros con todos nuestros errores e imperfecciones.
Benditos sean los que pudiendo ser cualquier cosa en nuestra vida,
escogen ser generosidad.
Benditos sean esos iluminados
que nos llegan como un ángel, como flor o pajarito,
que dan alas a nuestros sueños
y que, teniendo la libertad para irse,
escogen quedarse a hacer nido.
La mayoría de las veces llamamos a estas personas “amigos”💚🕊
-Edna Frigato –