Le miré con pena y se escondió en sus pupilas, ausente.
Sus ojos esquivos le tornan invisible.
Mi pulso acelerado, me ahoga en la garganta.
Vacilan mis piernas. Me quedo sobre un teclado receptivo.
Siento la caricia plástica en mis dedos temblorosos.
Pesan silencios sobre un mar de dudas.
Inevitable incertidumbre humedece mi suelo de interrogantes.
Quiero creer o me rindo a la evidencia…
Le miré y su espejo verde se hizo opaco.
Desdibujado el camino entre la bruma.
Una brújula incierta oscila en mis entrañas.
Rebosa mi corazón…
Amor de siembra. Campos estériles.
Cultivo semillas en barbecho de soles y ocasos.
Brotes de fantasía colorean mi horizonte.
Soy sedimento de limo. Soy alma de savia.
-Yolanda Jiménez-